16/6/16

De gaticos y coyotes: Crónica del Sónar 1/3

Cartel promocional de Sónar 2016
¡Hola, coyotes! Os escribo desde Barcelona para contaros un poco mi experiencia en este primer día del festival de música y tecnología Sónar. Por desgracia, soy un triste cánido al que no le ha sido concedido el don de la ubicuidad, por lo que mi visión del festival en este día inaugural se ve limitada a aquello que mis dos pares de patas me han permitido visitar. Y la Fira Barcelona es bastante grande. A pesar de todo, ha sido un día muy intenso en el que he podido ver, asimilar y comprender bastantes cosas. Así pues, comenzaré por el principio, que es un buen lugar desde el que empezar.
El pistoletazo de salida lo ha dado el productor barcelonés Baelish en el Sónar village, el escenario al aire libre de Sónar de día. Sinceramente, estaba tan alucinado con todo lo que veía que al pobre Baelish poco caso le he hecho, así que le vamos a dar un poco de lado ahora en esta crónica (aunque lo que le oí de refilón no sonaba mal, todo hay que decirlo). Y… Bueno, antes de continuar he de decir que en esta crónica me enfrento a un problema constantemente, y es el de no saber si contar lo que he visto o contar lo que he sentido. Creo que voy a optar por lo segundo, lo primero puede parecer menos interesante. Lo que he sentido desde el minuto cero, desde que me han dado la pulsera y he entrado en la Fira, ha sido la impresión de que todo era amor a la música y ganas de aprender.

La atmósfera que se respiraba en el Sónar village
El amor a la música lo he encontrado en todos y cada uno de los escenarios por los que he pasado, esa sensación al dejar de mirar al escenario y mirar al público para darte cuenta de que están todos sumidos en el trance de la música, ver que no hay prácticamente teléfonos encendidos grabando la actuación (bueno, miento, sí que había, pero menos de los que esperaba), verlos bailar y perderte con ellos, es algo maravilloso. Sobre todo teniendo en cuenta la calidad de la música que está sonando.

Earthworks, en Sónar planta
Las ganas de aprender las he encontrado en las instalaciones de Sónar + D, ese espacio dirigido a la investigación y a la exploración de nuevos horizontes tecnológicos y sus posibles aplicaciones en la música electrónica. Y ha sido una de esas instalaciones lo primero que me ha llamado la atención del festival hoy. Tras entrar y ver un poco lo que estaba tocando Baelish en el Sónar village, me fui a ver la exposición Earthworks en Sónar planta, una instalación que trataba de describir el funcionamiento de las placas tectónicas traduciendo datos sísmicos en ondas sonoras e imágenes. O eso es lo que yo he entendido que era. Da igual, el caso es que ha sido una experiencia bastante alucinante, tener frente a ti un mural inmenso lleno de formas brillantes en una habitación oscura, sentir cómo se mueven no solo por la vista sino también por el oído, e imaginar que lo que estás viendo es una aproximación a lo que ocurre bajo nuestros pies acelerado brutalmente.

Earthworks en Sónar planta
La tecnología es algo fundamental en este festival, es algo que he ido comprendiendo a lo largo del día. De Sónar planta he pasado al Sónar hall, uno de los escenarios más bonitos del Sónar de día, una sala oscura, rodeada por grandes cortinas rojas que nos pueden hacer sentir más como en una peli de David Lynch que como en un festival de música, y allí he podido escuchar las actuaciones de Strand y, posteriormente, Nicola Cruz. De Strand destacaría las animaciones que proyectaba durante su actuación, sin las cuales creo que su música perdería mucho. Ha sido ahí cuando me he terminado de convencer de que Sónar es una experiencia que hay que vivir, que no es lo mismo escuchar un disco de Strand, o ver un videoclip, o ver una actuación suya en un escenario convencional, todo eso no es lo mismo que verlo en las condiciones en que lo he visto yo hoy. Y no ha sido, ni por asomo, lo mejor del día, pero tenía esa conjunción de imagen y sonido, de música, tecnología y creatividad, que impregna cada uno de los actos del festival y por lo que creo que no es comparable a nada de lo que se hace fuera.

Nicola Cruz en Sónar hall
Y bueno, Nicola Cruz… Nicola Cruz ha mirado a Lázaro a los ojos y le ha dicho “levántate y baila”. Y este coyote se ha incorporado sobre sus dos patas traseras y ha bailado, vaya si ha bailado. El ecuatoriano ha dado una de las mejores actuaciones del día, ha creado con su música un ambiente maravilloso en el que todo era amor: la música andina empleada en sus remezclas, las proyecciones psicodélicas, las miradas del público, los vítores, en fin, es un todo. Escuchar un disco de Nicola Cruz es una cosa que bueno, pues se hace, se disfruta más o menos… Pero no es lo mismo que verlo. Sentirlo. Todos los asistentes juntos hemos prendido el alma en el Sónar hall con la música de Nicola, y ha sido una experiencia extraordinaria.

Fields, de Martin Messier, en Sónar complex
A continuación, me he ido corriendo al Sónar complex, un escenario especial dispuesto en una sala llena de butacas, donde se estaba llevando a cabo la performance Fields del artista Martin Messier. La actuación consistía en… Bueno, es complicado. Digamos que había juegos de luces, conexión y desconexión de cables y una banda sonora más descriptiva que musical. Lo que he sentido viendo esta actuación ha sido miedo, en parte porque el sonido estaba empleado como en una película de terror, con secuencias in crescendo que inevitablemente ponían nervioso a cualquiera, y en parte también porque, al estar el artista trabajando con lo que parecían ser cables de alto voltaje, daba la impresión de que en cualquier momento si se equivocaba se iba a electrocutar. No sé si eso es lo que quería transmitir, la verdad, pero el caso es que ha sido una experiencia curiosa. Me ha gustado.

King Midas sound & Fennesz, en Sónar hall
Después de Fields ha llegado el turno de volver al Sónar hall para disfrutar de la actuación de King Midas sound & Fennesz. No conocía esta agrupación, pero había oído hablar bien de ellos, así que decidí ir a echar un vistazo. Y lo que me encontré me gustó. Mucho. Ambientes densos, tanto acústicamente como físicamente (llenaron el escenario de humo), voces que luchan por dejarse oír sobre la potente música electrónica (tan potente que he sentido miedo de quedarme sordo y no poder disfrutar del resto del festival. Y no exagero: el miedo ha sido real), y bueno, la combinación de todo ha resultado ser una experiencia increíble, he imaginado que lo que estaba escuchando era la música que haría una persona tras haber sido convertida en oro por la mano de un artista, sin poder moverse. De esta actuación destacaría especialmente el último tema que han interpretado, un tema instrumental que en cuanto descubra cómo se llama lo compartiré con vosotros, porque era una preciosidad.

King Midas sound & Fennesz, en Sónar hall
Tras la actuación de King Midas sound & Fennesz, le tocaba el turno a James Rhodes, pero no ha podido ser: he llegado tarde y la sala estaba llena. Así que, con todo el dolor de mi alma, he cogido mis cosas y me he ido a la próxima parada del día: ya iba siendo hora de irse a L’auditori a escuchar a la orquesta sinfónica de Barcelona interpretar Become ocean de John Luther Adams. Es una pena que L’auditori esté tan lejos de la Fira Barcelona, y que la entrada para ver esta obra no fuese incluida en el abono general del festival, porque presiento que por estos dos motivos mucha gente se habrá quedado sin ver un espectáculo sublime. Como el propio título de la obra dice, Become ocean intenta que el espectador mismo se convierta en parte del océano gracias a la música. Me quedo con las palabras que el crítico Alex Ross utiliza para referirse a esta obra en The New Yorker: “it may be the loveliest apocalypse in musical history” (“tal vez sea el apocalipsis más adorable de la historia de la música”). Dicho queda.
Por último, para finalizar la jornada, al salir de la sala donde se estaba interpretando Become ocean me he encontrado con un concierto de Dawn of midi, una agrupación compuesta por un piano, un contrabajo y una batería a los que sus músicos consiguen sacar un sonido que parece más música electrónica que música analógica. Esto es curioso de ver, pero tras un día tan intenso, tras tanto andar de un lado para otro, dar brincos, bailar, estar de pie observando y escuchando… Dawn of midi se me han hecho un poco pesados y demasiado extensos. Habría que escucharlos en otras circunstancias.
Y bien, ese es mi resumen de la primera jornada del Sónar. Se quedan en el tintero muchas cosas que probablemente hayan estado bien, como Jamie Woon, Lady Leshurr, Kelela o Bob moses… Pero, como digo, desgraciadamente, no me fue concedido el don de la ubicuidad, y esta ha sido mi experiencia. Si tuviera que quedarme con dos actuaciones de hoy… Pues me costaría mucho decidirme, así que mejor me quedo con tres: King Midas sound & Fennesz, Nicola Cruz y Become ocean.
Antes de despedirme, adelanto que mañana será un día intenso, tengo depositadas grandes expectativas en esa jornada porque tendremos las actuaciones de John Grant en el Sónar de día y, en el Sónar de noche, de ANOHNI y de James Blake. ¡Hasta mañana, coyotes!

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