Cartel promocional de Sónar 2016 |
Pues
aquí estoy, con una hamburguesa inmunda dándome vueltas en el estómago, sentado
en una butaca rígida de metal en la estación de Sants dos horas antes de que
salga mi tren de vuelta al infierno (por el calor, se entiende). El Sónar ya ha
acabado. Y, definitivamente, ha sido la hostia. Ayer, como vaticinaba, habría
tres conciertos importantes: Kaytranada, New Order y, sobre todo, Oneohtrix
point never. Pero yo ya estaba dando vueltas por el Sónar de día desde las dos
y media. Dejad que os cuente.
El día
comenzó con una sesión de DJ de Ison en el Sónar village… Bueno, no, empezó
antes, pero yo llegué entonces. Estuvo bien para ir calentando motores, pero
nada más. La cosa no empezaría a ponerse caliente de verdad hasta la llegada de
Badbadnotgood y su fantástico jazz. No sabía nada de este grupo, pero a partir
de ahora tengo claro que hay que seguirles la pista. Lo primero que me llamó la
atención de ellos fue su aparente juventud (y digo aparente porque no la he
contrastado aún), cuando los vi aparecer en el escenario del Sónar village me
dio la impresión de que eran unos críos, que no debían de ser mucho mayores que
yo. Y bueno, pues tienen una presencia tremenda en el escenario, en su
repertorio se encuentran tanto temas propios (creo) como versiones, de las que
destacaría muy especialmente la que hicieron del tema de Flying lotus “Putty
boy strut”. Se comieron el escenario.
Badbadnotgood en el Sónar village |
También
pude ver un poquito de la actuación de Yung Lean, un rapero sueco un poco
hortera para mi gusto. Realmente, el único motivo que tengo para nombrarlo aquí es
que por culpa de ir a verlo no llegué a tiempo de coger sitio en el Sónar
complex para ver la actuación de Alva noto. Aunque, según he oído, tampoco fue
para tanto. En general, todo esto es una excusa para hablar de Oneohtrix point
never, qué coño.
Cuando
llegué al Sónar complex y vi la cola que había para entrar a ver a Alva noto,
decidí no perder más el tiempo allí, e irme a perderlo en un lugar mucho más
interesante: pegadito al escenario del Sónar hall a esperar durante una hora
que empezara Oneohtrix point never para poder verlo en primerísima primera
fila. Por suerte, allí pude comprobar que no era el único friki dispuesto a
esperar una hora sin hacer nada solo para ver a OPN en directo desde bien
cerca, así que la espera pudo hacerse más breve con algo de compañía. En algún
momento se dejó ver Daniel Lopatin en el escenario, vestido como siempre, de
manera que, si no sabías quién era, te pensarías que era un técnico de sonido
más. Pero yo sabía quién era.
Oneohtrix point never en el Sónar hall |
En
fin, pasaron los minutos y, finalmente, dio comienzo el espectáculo. Y qué
decir de ese espectáculo… Es difícil. Lo primero que puedo decir es que es
bastante diferente a todo lo que he visto durante el festival. Aunque eso que
he dicho hay que matizarlo, por muy fan que sea, tengo que ser justo en mi
comentario. El show de OPN cumple todos los requisitos para estar en el Sónar:
aprovechamiento de los recursos extramusicales del escenario, pantallas LED a
los lados y proyección al fondo, juegos de luces y humo (aunque no tanto como
en King Midas sound & Fennesz, menos mal). Las diferencias empiezan ahora.
En primer lugar, está el asunto del guitarrista. La mayoría de productores de
música electrónica van solos al Sónar, llevan un Mac y con él dan el concierto.
Oneohtrix point never llevaba un guitarrista. También llevaba un micrófono con
el que transformaba su voz en un alarido gutural que sonaba procedente del mismísimo infierno (cosa que me sorprendió, habría esperado que
reprodujera voces pregrabadas. De hecho ni siquiera sabía que las voces que
suenan en sus discos las grabara él). Y lo del micrófono es un detalle
importante, pues en determinado momento del concierto le dio por dar las
gracias al público y decir las cuatro chorradas sobre Barcelona que dicen todos
los que actúan en el Sónar… Pero lo hizo sin desactivar el filtro del
micrófono. Así que más que como un agradecimiento, sonó como una bienvenida al
infierno. Yo creo que nadie se enteró de lo que estaba diciendo.
En las
pantallas proyectó un poco de todo, desde objetos imposibles diseñados por
ordenador hasta grabaciones de entierros e imágenes de cadáveres. Por momentos,
pareció que, en lugar de un concierto de Oneohtrix point never, fuese un
concierto de Kaoss Edge (la banda de black metal alienígena inventada por
Lopatin). Volviendo a King Midas sound & Fennesz, si con ellos temí
quedarme sordo, con OPN fue aún peor. Debió de batir el record de ruido del festival. Con él no creí que
fuera a quedarme sordo, con él creí que iba a desintegrarme como si reventara
ante mí una bomba termonuclear.
Con respecto al repertorio, abundaron sobre todo temas de su último disco. Tocó “Ezra”, “Sticky drama”, “Mutant standard”, “No good”, “Animals”… Y “Freaky eyes”. Me reafirmo en lo que he dicho ya varias veces, “Freaky eyes” es una cima de la música contemporánea. Tocó todos estos temas introduciendo variaciones, como si fuese un concierto de jazz alienígena satánico, no se limitó a reproducirlos como aparecen en el disco como hacen otros productores. Y… bueno, en general, todo era muy alienígena demencial. Y era maravilloso. Hubo también hueco para lo que creo que deben de ser temas inéditos, o que por lo menos un servidor bastante obsesionado con la obra de OPN no había escuchado antes. Y que sonaban muy bien. Por lo demás, solo se salió de Garden of Delete para rescatar el tema central de su disco de 2010 Returnal (disco poetizado por un servidor aquí). Desde que comenzó a recitar con su voz monstruosa a capella los versos surrealistas-espaciales de “Returnal” supe lo que venía. Un tema maravilloso que siempre había querido escuchar en directo.
Con respecto al repertorio, abundaron sobre todo temas de su último disco. Tocó “Ezra”, “Sticky drama”, “Mutant standard”, “No good”, “Animals”… Y “Freaky eyes”. Me reafirmo en lo que he dicho ya varias veces, “Freaky eyes” es una cima de la música contemporánea. Tocó todos estos temas introduciendo variaciones, como si fuese un concierto de jazz alienígena satánico, no se limitó a reproducirlos como aparecen en el disco como hacen otros productores. Y… bueno, en general, todo era muy alienígena demencial. Y era maravilloso. Hubo también hueco para lo que creo que deben de ser temas inéditos, o que por lo menos un servidor bastante obsesionado con la obra de OPN no había escuchado antes. Y que sonaban muy bien. Por lo demás, solo se salió de Garden of Delete para rescatar el tema central de su disco de 2010 Returnal (disco poetizado por un servidor aquí). Desde que comenzó a recitar con su voz monstruosa a capella los versos surrealistas-espaciales de “Returnal” supe lo que venía. Un tema maravilloso que siempre había querido escuchar en directo.
En fin… No sé ya qué más decir del concierto de OPN. Que fue todo lo que uno podría esperar de él. Cien por cien OPN. Que me sorprendió bastante ver la cantidad de gente que había allí reunida observando expectante el escenario… Me pregunto cuántos de ellos serían admiradores de Lopatin. El simple hecho de que hubiera tanta gente resulta reconfortante, sobre todo para un provinciano como yo que hasta hace poco no sabía ni cómo pronunciar correctamente el nombre de su artista favorito y que, ni por asomo, espera que sus conocidos lo conozcan, mucho menos que les guste.
Al
acabar el concierto de OPN, fui como pude al baño, intentando recuperar el oído
y la vista (sí, la vista: a Lopatin le gustan los flashes. Mucho), y tras eso…
Pues nada, fui un poco a la deriva. Estuve en el concierto de Club cheval en
Sónar dôme, que bueno, fue divertido, estuve ahí bailando un rato, había mucha
gente y mucho ambiente… Pero ya todo lo que me quedaba ver era mediocridad.
Nadie me iba a llevar al cielo (más bien al infierno) como OPN. Es lo malo de
la cronología, si ya he hablado de Oneohtrix point never, inevitablemente, el
resto de cosas de las que hable ahora van a ser relleno.
Para
finalizar el día, cogí el bus al Sónar de noche, donde me esperaban los últimos
dos conciertos del día y unos fideos tailandeses tan deliciosos y picantes como
caros. Un último apunte antes de abordar a New order: el servicio de buses del
Sónar es una mierda. Tenía que decirlo. Para ir de Sónar de día a Sónar de
noche bien, te deja en la puerta de la Fira de la gran vía. Pero para volver…
No te deja al lado de la Fira de montjuïc (como debería ser). Te deja en
Drassanes. Lo cual está así como muy muy lejos. Y los dos días que he ido al
Sónar de noche, a la vuelta me ha tocado meterme una caminata de media hora
para volver al hotel. Después de haber desembolsado los dos euros y medio de
bus. Seguro que tiene su sentido que el bus te deje ahí, pero para un servidor
se escapa a toda lógica.
New Order en el Sónar club |
En
fin, fin del día, fin del festival, llega la hora de uno de los platos fuertes
del festival, a las diez y media dan el pistoletazo de salida New order en el
Sónar club, un montón de guiris con camisetas de Joy División me rodean y
gritan como niñas de quince años en un concierto de Justin Bieber. E insisto en
eso de los guiris: había muy pocos españoles. Me pregunto si el fenómeno New
order pegó tan fuerte en España como en el Reino unido en su día… Ya me
enteraré, no son de mi generación. Sea como sea, hagámosles justicia: dieron un
señor concierto. Un nuevo oyente como yo agradece enormemente que tocaran
varios de los temazos que componen su último disco Music complete: sonaron “Restless”, “Tutti frutti”, “Singularity” y
“Plastic” (eché en falta “Superheated”), junto con un montón más de temas
cañeros más pegajosos que el loctite.
Los bis “Blue Monday” y, sobre todo, “Love will tear us apart”, himno inmortal
de Joy Division, pusieron la guinda a un concierto lleno de euforia, con un
público absolutamente entregado a la música y unos New order dueños
indiscutibles del escenario.
Artwork de 99'9%, Kaytranada, 2016 |
Finalmente,
llegó el turno de Kaytranada, una de las promesas más interesantes de este
2016. Tenía muchas ganas de ir a este concierto, pues su disco 99,9% es una joyita que no esperaba,
cuando lo escuché pensé: “fichado”. Sin embargo, su directo… No es un mal
directo, pero tampoco destaca en absolutamente nada. Es el típico productor con
su mac pinchando las canciones de su disco. En las pantallas del Sónar pub se
reproducían animaciones relacionadas con el artwork
de 99,9%, y las canciones del disco
se iban sucediendo tal y como habían sido originalmente grabadas (y si hubo
alguna variación, yo no me di cuenta: sería por el cansancio y por falta de
escuchas al disco en cuestión). Hubo mucha gente y mucho ambiente, eso sí, y
teniendo en cuenta lo rico que es el material de 99,9%, pues obviamente nada podía salir mal. Fue un concierto muy
agradable. Pero en opinión de un servidor, habría ganado mucho mojándose un
poco, arriesgando algo. Fue un concierto predecible.
Y
bueno, pues eso ha sido todo. Sigo esperando en Sants que salga mi tren, ahora
falta ya menos, unos cuarenta y cinco minutos solamente. Mi impresión general
del Sónar es la de un festival de lujo, con todo lo que ello conlleva: un
cartel de lujo, unas instalaciones de lujo, un ambiente de lujo, calidad mires
donde mires… Y, por supuesto, precios de lujo. Si tuviera que hacer balance, la
calidad del festival deja más huella que la sensación de robo a mano armada, la
euforia que uno siente tras un concierto de Oneohtrix point never lo deja a uno
en un estado en el que da igual que te cobren dos euros por una triste botella
de agua, como si quieren cobrarte diez, o veinte, has visto a Oneohtrix point
never, la vida es un infierno maravilloso. Ojalá que festivales como este duren
muchos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario