La jornada
del viernes ha sido la más intensa en lo que va de festival, y lo ha sido
gracias a tres nombres: James Blake, ANOHNI y, muy especialmente, John Grant.
Pero vayamos por partes.
Ilia Mayer en Sónar village
Este
coyote sucio y cansado se acercó a olisquear lo que se estaba cociendo en el
Sónar de día bien temprano, a la 13:00 ya estaba dando vueltas por allí. Fui a
ver de qué iba eso de Ilia Mayer, que había leído que era un productor
barcelonés con un solo EP a sus espaldas, pero muy alabado, y que en su show
empleaba imágenes muy interesantes… Mi ilusión quedó pasada por agua, pues a
los pocos minutos de empezar el concierto en el Sónar village empezó a llover
con fuerza y de forma repentina (aquí la lluvia es así, no chispea, pasa de no
llover nada a llover muchísimo en cuestión de segundos. Para un murciano, que
sabe que existe la lluvia porque lo ha visto en la tele, es una experiencia
alucinante). Además de la lluvia, a algún listo de los que programan el
festival se le ocurrió que sería buena idea que El guincho realizara las
pruebas de sonido en el escenario de al lado al mismo tiempo que Ilia Mayer
daba su espectáculo, aunque, por suerte, esto duró poco. A pesar de todo,
aunque fuese refugiados en los toldos, pudimos ver el resto de su actuación,
una sesión de ruido envolvente, espacial, acompañado por imágenes de silver
surfer manteniendo interesantes monólogos internos mientras recorría el
espacio. No estuvo mal.
A
continuación no sabía muy bien a dónde ir, porque este día no tenía una
programación clara que seguir, así que me fui a curiosear en el Sónar dôme, el
escenario patrocinado por la Red bull music academy. Y allí me encontré una sesión
de música de sintetizadores disco/retro a cargo de Jackwasfaster que no estuvo
nada mal. Su música, además, venía acompañada por lo que parecían animaciones
hechas con VHS que engrandecían notablemente la experiencia.
Tras
la actuación de Jackwasfaster me dirigí al Sónar hall, porque seguía lloviendo
y la chica que estaba pinchando en el Sónar village no era tan buena como para
mantenerme ahí bajo la lluvia escuchándola. Lo siento, Awwz. Así pues, como iba
diciendo, me fui al Sónar hall, donde tocaba Lloret Salvatge, un artista del
que no sabía nada y del que ahora sé dos cosas: que es independentista y que su
música es capaz de inducirte a la meditación. Con respecto a lo primero, pues
bueno, no creo que sea lo más apropiado dar un concierto con una bandera
independentista catalana en la mesa de mezclas, pero cada uno es libre de hacer
lo que quiera. Yo, personalmente, no he recorrido quinientos kilómetros para seguir
oyendo hablar de la misma mierda de siempre, que si Podemos, que si Ciudadanos,
que si Rajoy, que si Cataluña… Basta. Yo he venido a hablar de la música. Y
bueno, con respecto a lo segundo, su música se cocía a fuego lento, e iba
acompañada de imágenes, planos detalle de manos, pies, retratos, así como
breves textos poéticos (aunque de eso no estoy seguro, porque estaban en
catalán, y este coyote se perdía la mitad de lo que querían decir por la
barrera idiomática), que en su conjunto creaban una atmósfera muy agradable.
El guincho en Sónar village
Tras
esto volví al Sónar village, donde estaba acabando de tocar El jincho
guincho, que bueno, no estaba del todo mal, pero para mi gusto abusaba mucho del
auto-tune o, más bien, como diría Xoxe Tétano, el metalic tinaja sound. Es un
efecto vocal al que tengo especial manía, me suena condenadamente mal (y lo
utiliza muchísima gente, incluso James Blake). Al terminar El guincho me volví
al Sónar hall donde estaba tocando Mikael Seifu, que no sonaba mal, pero había
muchísima gente y yo no tenía ganas de meterme en la masa humana por alguien de
quien no sabía nada y que, realmente, no me iba a aportar tampoco gran cosa,
así que me limité a tumbarme en el fondo de la sala y escuchar: quería que
llegara la hora de Kode9, hasta entonces tocaba hacer tiempo.
Ata Kak en Sónar village
Al
acabar Mikael Seifu salí a que me diera el aire y me encontré con el comienzo
de la actuación de Ata Kak en el Sónar village, una actuación bastante
entretenida, pero que para mí no dejaba de ser hacer más tiempo para que
empezara Kode9. Cuando se fue acercando la hora abandoné el escenario y me
dirigí de nuevo al Sónar hall: iba a empezar.
¿Y qué
es lo que iba a empezar? Pues Kode9, en colaboración con Lawrence lek, presentaba
The Nøtel, un espectáculo audiovisual en el que su música servía de guía a
través de los pasillos vacíos que se proyectaban en la pantalla, las
instalaciones digitales de un lujoso hotel vacío, una construcción mastodóntica
cuyos muros se podían atravesar como si no fuesen nada, donde la única
presencia humana la constituían fantasmales hologramas. Fue uno de los
espectáculos más interesantes del día, sobre todo me gustó el concepto
nihilista que conllevaba, la falta absoluta de propósito (que es un propósito
en sí). Eso sí: mejor verlo a una distancia prudente. Yo comencé a verlo en
primera fila y me tuve que apartar porque me mareé.
Congo Natty en Sónar village
Danny L. Harle en Sónar village
Tras
esto se sucedieron un par de actuaciones sin excesivo interés, el jungle de
Congo Natty y la PC music de Danny L. Harle… Pasatiempos sin más. Yo quería ver
a John Grant. Y la espera valió la pena. John se comió el escenario. Cantó
temas de sus tres discos, aunque fundamentalmente de los dos últimos, pues
estamos en el Sónar y aquí lo que prima es la música electrónica. Cantó Pale green ghosts, Grey tickles Black pressure, It doesn’t matter to him, Voodoo doll, GMF… En
fin, con un catálogo como el que tiene da igual el setlist, toque lo que toque va a estar genial. Si a eso le sumamos
un público entusiasta, que coreaba todas las canciones, y un John Grant en toda
su salsa, bailando y disfrutando como si estuviera en su casa… Pues eso, fue
una experiencia inolvidable. Como ya se sabía que lo sería.
John Grant en el Sónar hall
A
continuación iba siendo hora de ir a cenar algo, y, llegado este punto, no puedo
evitar por más tiempo hablar de algo importante: el dinero. Sónar es caro. Es MUY caro,
CONDENADAMENTE CARO. Si venís, tenedlo claro: os van a robar. Da igual lo bien
que lo planeéis, lo barato que pilléis el billete de tren y el alojamiento, da
igual todo: si no queréis morir de hambre o de sed, os van a robar. Una botella
de agua: dos euros. Y le quitan el tapón para que no la puedas volver a
rellenar y guardarla cómodamente en la cartera: al final compras varias. Un
bocadillo, ocho euros y medio. El autobús a Sónar de noche, dos euros y medio
(más otros dos y medio de vuelta). Cargar el móvil, cuatro euros. Respirar…
Solo falta que te cobren por respirar. Se te van tranquilamente veinte-treinta
euros por día si no decides salir del festival a comer (cosa difícil cuando hay
programadas tantísimas actuaciones y en las horas clave además). Y si quieres
una camiseta de recuerdo… Veinte euros. Y que no se te ocurra pedir una cerveza, porque te la van a clavar. Creo, sinceramente, que, a juzgar por
la cantidad de gente que había, y que el precio del abono puede llegar ascender a, prácticamente, 200€, los precios una vez en el sitio son un auténtico disparate.
Para empezar, es que no te tenían ni que cobrar, en el precio del abono
deberían ir incluidos todos esos gastos, al final la bromica del festival puede
metérsete en 300€, sin contar con el desplazamiento y el hotel. Así que tenedlo
claro: si vais al Sónar, os van a robar. Valdrá la pena, porque el festival es
alucinante, pero os van a robar. Y os lo vais a tener que comer con patatas.
ANOHNI en el Sónar pub
Bueno,
pues continuemos. Tras pagar la friolera de ocho euros y medio por una triste
hamburguesa sin patatas ni bebida (miento, de triste nada, estaba bien buena. Pero aún así), me dirigí al Sónar de noche, donde actuaría
ANOHNI, dando su primer y único concierto en España este año. A mí en realidad
ANOHNI me importaba poco, yo había ido ahí a ver a Oneohtrix point never, el
verdadero motivo de que yo esté en Barcelona estos días, así que el hecho de
que ANOHNI apareciera con la cara tapada y se moviera sobre el escenario con
menos gracia que un pato mareado… Pues me da exactamente igual. Yo vi a
Oneohtrix point never. Con eso me vale. Bueno, ahora hablando en serio, el
espectáculo de ANOHNI estuvo muy bien y, además, aunque llegué un poco tarde,
conseguí acercarme mucho al escenario echándole morro al asunto. La actuación
estaba dispuesta de la siguiente manera: una proyección enorme en el fondo en
la que se iban sucediendo distintos rostros de mujeres que seguían la música de
ANOHNI haciendo playback, ANOHNI en el centro del escenario cantando, toda
cubierta de negro de la cabeza a los pies, y a ambos lados del escenario, los
productores Hudson Mohawke y Oneohtrix point never. La calidad era palpable en
cada sonido y cada imagen, fue una actuación increíble… Y aunque ANOHNI no sepa
moverse, sí sabe cantar. Vaya si sabe. Una pena que el público pareciera más interesado en capturar la escena con el móvil que en disfrutar de la actuación.
James Blake en el Sónar club
Y al
fin llegamos al final de la jornada, con la actuación de James Blake en el
Sónar club. Y fue la guinda del pastel, una forma maravillosa de acabar el día.
También echándole morro, conseguí acercarme considerablemente al escenario, y
bueno, pues pude disfrutar de un concierto extraordinario en el que se pasaba
de la euforia a la tristeza y de la tristeza a la euforia prácticamente sin
pestañear, donde temas inmortales como Retrograde,
Falling, Radio silence y Love me in
whatever way consiguieron conquistar a todos los presentes… Un único
detalle, eso sí. Delante de mí, una pareja gay dándose el lote. A su derecha,
una pareja heterosexual dándose el lote. A mi derecha, una pareja de lesbianas
dándose el lote. Detrás, dos gays más dándose el lote. Me rodearon. Que sí, que
la música de James Blake es muy bonita y os queréis mucho… Pero por favor. Una
habitación o algo.
¡En
fin, eso fue todo! Ya llega la última jornada del festival, un festival que
ojalá no acabara nunca, pero que tiene que terminar algún día. Hoy tendremos ni
más ni menos que las actuaciones de Kaytranada y New order en el Sónar de noche
y, en el Sónar de día, la que vaticino que será la mejor actuación de todo el
festival: Oneohtrix point never. A las 18:30 en el Sónar hall. ¡Aúpa, coyotes!
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