18/6/16

De gaticos y coyotes: Crónica del Sónar 2/3

Cartel promocional de Sónar 2016 
La jornada del viernes ha sido la más intensa en lo que va de festival, y lo ha sido gracias a tres nombres: James Blake, ANOHNI y, muy especialmente, John Grant. Pero vayamos por partes.

Ilia Mayer en Sónar village

Este coyote sucio y cansado se acercó a olisquear lo que se estaba cociendo en el Sónar de día bien temprano, a la 13:00 ya estaba dando vueltas por allí. Fui a ver de qué iba eso de Ilia Mayer, que había leído que era un productor barcelonés con un solo EP a sus espaldas, pero muy alabado, y que en su show empleaba imágenes muy interesantes… Mi ilusión quedó pasada por agua, pues a los pocos minutos de empezar el concierto en el Sónar village empezó a llover con fuerza y de forma repentina (aquí la lluvia es así, no chispea, pasa de no llover nada a llover muchísimo en cuestión de segundos. Para un murciano, que sabe que existe la lluvia porque lo ha visto en la tele, es una experiencia alucinante). Además de la lluvia, a algún listo de los que programan el festival se le ocurrió que sería buena idea que El guincho realizara las pruebas de sonido en el escenario de al lado al mismo tiempo que Ilia Mayer daba su espectáculo, aunque, por suerte, esto duró poco. A pesar de todo, aunque fuese refugiados en los toldos, pudimos ver el resto de su actuación, una sesión de ruido envolvente, espacial, acompañado por imágenes de silver surfer manteniendo interesantes monólogos internos mientras recorría el espacio. No estuvo mal.
A continuación no sabía muy bien a dónde ir, porque este día no tenía una programación clara que seguir, así que me fui a curiosear en el Sónar dôme, el escenario patrocinado por la Red bull music academy. Y allí me encontré una sesión de música de sintetizadores disco/retro a cargo de Jackwasfaster que no estuvo nada mal. Su música, además, venía acompañada por lo que parecían animaciones hechas con VHS que engrandecían notablemente la experiencia.
Tras la actuación de Jackwasfaster me dirigí al Sónar hall, porque seguía lloviendo y la chica que estaba pinchando en el Sónar village no era tan buena como para mantenerme ahí bajo la lluvia escuchándola. Lo siento, Awwz. Así pues, como iba diciendo, me fui al Sónar hall, donde tocaba Lloret Salvatge, un artista del que no sabía nada y del que ahora sé dos cosas: que es independentista y que su música es capaz de inducirte a la meditación. Con respecto a lo primero, pues bueno, no creo que sea lo más apropiado dar un concierto con una bandera independentista catalana en la mesa de mezclas, pero cada uno es libre de hacer lo que quiera. Yo, personalmente, no he recorrido quinientos kilómetros para seguir oyendo hablar de la misma mierda de siempre, que si Podemos, que si Ciudadanos, que si Rajoy, que si Cataluña… Basta. Yo he venido a hablar de la música. Y bueno, con respecto a lo segundo, su música se cocía a fuego lento, e iba acompañada de imágenes, planos detalle de manos, pies, retratos, así como breves textos poéticos (aunque de eso no estoy seguro, porque estaban en catalán, y este coyote se perdía la mitad de lo que querían decir por la barrera idiomática), que en su conjunto creaban una atmósfera muy agradable.

El guincho en Sónar village
Tras esto volví al Sónar village, donde estaba acabando de tocar El jincho guincho, que bueno, no estaba del todo mal, pero para mi gusto abusaba mucho del auto-tune o, más bien, como diría Xoxe Tétano, el metalic tinaja sound. Es un efecto vocal al que tengo especial manía, me suena condenadamente mal (y lo utiliza muchísima gente, incluso James Blake). Al terminar El guincho me volví al Sónar hall donde estaba tocando Mikael Seifu, que no sonaba mal, pero había muchísima gente y yo no tenía ganas de meterme en la masa humana por alguien de quien no sabía nada y que, realmente, no me iba a aportar tampoco gran cosa, así que me limité a tumbarme en el fondo de la sala y escuchar: quería que llegara la hora de Kode9, hasta entonces tocaba hacer tiempo.

Ata Kak en Sónar village
Al acabar Mikael Seifu salí a que me diera el aire y me encontré con el comienzo de la actuación de Ata Kak en el Sónar village, una actuación bastante entretenida, pero que para mí no dejaba de ser hacer más tiempo para que empezara Kode9. Cuando se fue acercando la hora abandoné el escenario y me dirigí de nuevo al Sónar hall: iba a empezar.



¿Y qué es lo que iba a empezar? Pues Kode9, en colaboración con Lawrence lek, presentaba The Nøtel, un espectáculo audiovisual en el que su música servía de guía a través de los pasillos vacíos que se proyectaban en la pantalla, las instalaciones digitales de un lujoso hotel vacío, una construcción mastodóntica cuyos muros se podían atravesar como si no fuesen nada, donde la única presencia humana la constituían fantasmales hologramas. Fue uno de los espectáculos más interesantes del día, sobre todo me gustó el concepto nihilista que conllevaba, la falta absoluta de propósito (que es un propósito en sí). Eso sí: mejor verlo a una distancia prudente. Yo comencé a verlo en primera fila y me tuve que apartar porque me mareé.

Congo Natty en Sónar village

Danny L. Harle en Sónar village
Tras esto se sucedieron un par de actuaciones sin excesivo interés, el jungle de Congo Natty y la PC music de Danny L. Harle… Pasatiempos sin más. Yo quería ver a John Grant. Y la espera valió la pena. John se comió el escenario. Cantó temas de sus tres discos, aunque fundamentalmente de los dos últimos, pues estamos en el Sónar y aquí lo que prima es la música electrónica. Cantó Pale green ghosts, Grey tickles Black pressure, It doesn’t matter to him, Voodoo doll, GMFEn fin, con un catálogo como el que tiene da igual el setlist, toque lo que toque va a estar genial. Si a eso le sumamos un público entusiasta, que coreaba todas las canciones, y un John Grant en toda su salsa, bailando y disfrutando como si estuviera en su casa… Pues eso, fue una experiencia inolvidable. Como ya se sabía que lo sería.


John Grant en el Sónar hall
A continuación iba siendo hora de ir a cenar algo, y, llegado este punto, no puedo evitar por más tiempo hablar de algo importante: el dinero. Sónar es caro. Es MUY caro, CONDENADAMENTE CARO. Si venís, tenedlo claro: os van a robar. Da igual lo bien que lo planeéis, lo barato que pilléis el billete de tren y el alojamiento, da igual todo: si no queréis morir de hambre o de sed, os van a robar. Una botella de agua: dos euros. Y le quitan el tapón para que no la puedas volver a rellenar y guardarla cómodamente en la cartera: al final compras varias. Un bocadillo, ocho euros y medio. El autobús a Sónar de noche, dos euros y medio (más otros dos y medio de vuelta). Cargar el móvil, cuatro euros. Respirar… Solo falta que te cobren por respirar. Se te van tranquilamente veinte-treinta euros por día si no decides salir del festival a comer (cosa difícil cuando hay programadas tantísimas actuaciones y en las horas clave además). Y si quieres una camiseta de recuerdo… Veinte euros. Y que no se te ocurra pedir una cerveza, porque te la van a clavar. Creo, sinceramente, que, a juzgar por la cantidad de gente que había, y que el precio del abono puede llegar ascender a, prácticamente, 200€, los precios una vez en el sitio son un auténtico disparate. Para empezar, es que no te tenían ni que cobrar, en el precio del abono deberían ir incluidos todos esos gastos, al final la bromica del festival puede metérsete en 300€, sin contar con el desplazamiento y el hotel. Así que tenedlo claro: si vais al Sónar, os van a robar. Valdrá la pena, porque el festival es alucinante, pero os van a robar. Y os lo vais a tener que comer con patatas.

ANOHNI en el Sónar pub
Bueno, pues continuemos. Tras pagar la friolera de ocho euros y medio por una triste hamburguesa sin patatas ni bebida (miento, de triste nada, estaba bien buena. Pero aún así), me dirigí al Sónar de noche, donde actuaría ANOHNI, dando su primer y único concierto en España este año. A mí en realidad ANOHNI me importaba poco, yo había ido ahí a ver a Oneohtrix point never, el verdadero motivo de que yo esté en Barcelona estos días, así que el hecho de que ANOHNI apareciera con la cara tapada y se moviera sobre el escenario con menos gracia que un pato mareado… Pues me da exactamente igual. Yo vi a Oneohtrix point never. Con eso me vale. Bueno, ahora hablando en serio, el espectáculo de ANOHNI estuvo muy bien y, además, aunque llegué un poco tarde, conseguí acercarme mucho al escenario echándole morro al asunto. La actuación estaba dispuesta de la siguiente manera: una proyección enorme en el fondo en la que se iban sucediendo distintos rostros de mujeres que seguían la música de ANOHNI haciendo playback, ANOHNI en el centro del escenario cantando, toda cubierta de negro de la cabeza a los pies, y a ambos lados del escenario, los productores Hudson Mohawke y Oneohtrix point never. La calidad era palpable en cada sonido y cada imagen, fue una actuación increíble… Y aunque ANOHNI no sepa moverse, sí sabe cantar. Vaya si sabe. Una pena que el público pareciera más interesado en capturar la escena con el móvil que en disfrutar de la actuación.

James Blake en el Sónar club
Y al fin llegamos al final de la jornada, con la actuación de James Blake en el Sónar club. Y fue la guinda del pastel, una forma maravillosa de acabar el día. También echándole morro, conseguí acercarme considerablemente al escenario, y bueno, pues pude disfrutar de un concierto extraordinario en el que se pasaba de la euforia a la tristeza y de la tristeza a la euforia prácticamente sin pestañear, donde temas inmortales como Retrograde, Falling, Radio silence y Love me in whatever way consiguieron conquistar a todos los presentes… Un único detalle, eso sí. Delante de mí, una pareja gay dándose el lote. A su derecha, una pareja heterosexual dándose el lote. A mi derecha, una pareja de lesbianas dándose el lote. Detrás, dos gays más dándose el lote. Me rodearon. Que sí, que la música de James Blake es muy bonita y os queréis mucho… Pero por favor. Una habitación o algo.
¡En fin, eso fue todo! Ya llega la última jornada del festival, un festival que ojalá no acabara nunca, pero que tiene que terminar algún día. Hoy tendremos ni más ni menos que las actuaciones de Kaytranada y New order en el Sónar de noche y, en el Sónar de día, la que vaticino que será la mejor actuación de todo el festival: Oneohtrix point never. A las 18:30 en el Sónar hall. ¡Aúpa, coyotes!

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