Cartel de Magical girl (2015), diseñado por el propio Vermut |
AVISO: He intentado destapar lo
mínimo el argumento de Magical girl en esta reseña, pero era inevitable que
salieran a la luz algunas facetas de su trama durante la redacción de estas
líneas. Si quieres seguir leyendo, pero aún no has visto la película, mi
recomendación es que no leas los pasajes marcados como SPOILER.
Cómo
enfocar la reseña de un film al que, idóneamente, se debe llegar sin saber nada
de su trama, un film que es como un puzle del que se van mostrando piezas
sueltas que, poco a poco, se van uniendo hasta completar el rompecabezas (o al
menos hasta dejar montadas las partes más importantes del conjunto). Es difícil
hablar de una película como Magical girl,
difícil pero necesario, pues es una de las películas más interesantes que nos
ha dejado nuestro cine en los últimos años, una película que bebe de los
grandes, de David Lynch (Terciopelo azul),
de Chan-Wook Park (Trilogía de la venganza, Stoker)
e, incluso, de Lars von Trier (Rompiendo
las olas), pero siempre desde una óptica personal y auténtica, sabe
sintetizar sus influencias en una mirada propia. Una mirada que mezcla toros, crisis
económica, copla, animación japonesa y trucos de magia. Y no sobra nada.
De
hecho, una de las principales virtudes de Magical
girl es su sobriedad: todo, absolutamente todo lo que vemos en la película
es pertinente para el desarrollo del argumento, no sobra nada, y de hecho, con
un segundo visionado podremos percatarnos de detalles que nos pasarían
desapercibidos en un primer visionado al desconocer la resolución del enigma,
pero que están ahí, adelantando acontecimientos. Debido a esta obsesión casi
quiroguiana por contar solo lo justo y necesario para que el argumento
funcione, podemos quedarnos con ganas de saber más sobre el pasado de algunos
personajes una vez finaliza la película, pero la intención de Carlos Vermut no
es dárnoslo todo mascado ni convertir su película en un melodrama de pasados
turbulentos y líos imposibles: su intención es más bien jugar con el suspense de
lo desconocido para aportar tensión a la historia, no hay nada que nos pueda
dar más miedo que aquello que no conocemos. Esta forma de dosificar la
información es una de las principales virtudes de esta película, su narración
es ejemplar, su forma de jugar con las elipsis, los silencios y la simbología
de la imagen crea una experiencia tremendamente satisfactoria de ver, aunque
también exige necesariamente la participación de un espectador cómplice que
ayude con su imaginación al progreso de la historia.
Imagen extraída de Magical girl, Carlos Vermut, 2015. |
Otra
de las virtudes de Magical girl es su
filosofía. Vaya por delante que esta es una película que, por su propia
naturaleza, queda abierta a multitud de interpretaciones y, por tanto, esta es
solo una de tantas. Es una película en la que los deseos se confunden con
necesidades, las verdaderas necesidades se pasan por alto, y este desorden
emotivo se lleva al extremo desatando pasiones perversas, sumiendo a sus
personajes en una fatal espiral de chantajes y juegos sucios. SPOILER El bien y
el mal se relativizan más que nunca, lo que tiene su origen en la buena
intención de un padre para con su hija enferma se transforma en un acto
delictivo y cruel, los hombres buenos son capaces de matar para proteger a
quien aman, y las mujeres se convierten en víctimas de este proceso animal.
Resulta curioso cómo una mujer, que no tiene culpa de nada, queda sometida tan
fácilmente a la voluntad de un hombre, y carga sobre su espalda los problemas
de él, y se ve obligada a utilizar su sexo, lo único que tiene, para poder
quitarse esa carga de encima FIN DE SPOILER. La visión filosófica de Magical girl es una visión feminista,
el mensaje que transmite es el de que, en un mundo en crisis, la mujer paga,
aunque esa crisis no sea su crisis, aunque tenga que dar la vida por una causa
que no es suya, la mujer paga. Y el hombre se queja, “que no hay dinero”, “que
la cosa está muy mal”, “que yo antes era profesor”, se llena la boca con estas
frases, pero no tiene ningún escrúpulo a la hora de someter a una mujer
inocente para salvar su situación, de hecho no tiene consciencia del daño que
está haciendo, y eso es lo más acojonante, que los que juzgamos como “malos”,
muchas veces, ni siquiera son conscientes de ello, ellos (nosotros) creen
(creemos) estar haciendo lo correcto.
Por
otro lado, otra de las ideas que me llaman la atención de la película es la
visión de España como un país a medio camino entre lo racional y lo irracional,
o más bien, un país en pugna entre lo racional y lo irracional, un país
esquizofrénico en el que pueden darse las situaciones más esperpénticas
originadas del modo más absurdo. Según esa visión de España, es necesario que Magical girl transcurra en nuestro país.
De otra manera, no sería posible que los personajes se dejaran llevar por sus
pasiones abandonando el raciocinio del modo en que aquí lo hacen, y al mismo
tiempo, que todo funcionara de una forma tan escrupulosa, que todo estuviera
tan matemáticamente calculado. SPOILER Si Magical
girl transcurriera en Turquía o en Argelia, Bárbara no saldría de la
habitación del lagarto negro. Pero si transcurriera en Suecia o en Alemania,
Bárbara no entraría en la habitación. En España, Bárbara entra y sale de la
habitación del lagarto negro, y a su salida, planea su venganza. Eso es España
FIN DE SPOILER.
En fin,
es un placer que aparezcan de vez en cuando directores de cine como Carlos
Vermut en nuestro país, capaces, con solo dos películas a sus espaldas (la
genial Diamond Flash y esta Magical girl) de hacerse con una voz
propia, madura e inteligente, que aporta un rayo de luz en una escena nacional
a la que le cuesta avanzar y abrirse a nuevas posibilidades expresivas. Habrá
que seguirle la pista bien de cerca.
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