Portada de Queen of Denmark, John Grant, 2010. |
Puede parecer absurdo o pedante hablar de retrospectiva para referirse a un álbum que no tiene mucho más de cinco años, pero en el caso de John Grant, y desde una perspectiva como la mía, no hay otra forma de verlo. John Grant ha ido dando saltos de gigante desde que lanzó este disco, y ha llovido mucho, muchísimo, en mi vida desde que lo escuché por primera vez. Queen of Denmark supuso una liberación emocional, un encontrarme, y creo que no me equivoco si digo que para el propio Grant también lo fue.
Llegué
a este disco a través de una película: Weekend
(Andrew Haigh, 2011). En Weekend se
plantean con naturalidad una serie de problemas… No me voy a andar con rodeos,
concededme la licencia al decir esto: se plantean problemas de gays. Y entiéndase: no son los mismos
que los problemas de heteros (ay,
madre, siento cómo estoy cavando mi propia tumba: veremos si consigo salir con
vida de este párrafo). Un niño heterosexual no tiene que enfrentarse al
problema de sentirse distinto a los otros niños cuando, durante su
adolescencia, va dándose cuenta de que hay algo en su mente que antes no
estaba, está cambiando, está descubriendo unos intereses y unas preocupaciones
que antes no tenía… Y esos intereses y
preocupaciones son distintos a los del resto de niños. El niño hetero no tiene
que enfrentarse al hecho de ser parte de una minoría discriminada, no tiene que
aprender a aceptarse a sí mismo a sabiendas de que muchas otras personas no lo
aceptarán, no tiene que enfrentarse al miedo de presentarles a sus padres una
parte de sí mismo que tal vez no aceptarán, no tiene el miedo de ocultar nada
porque no tiene nada que ocultar. Y sí, sé que hay muchos matices, sé que un
niño hetero puede sufrir muchísimas otras cosas… Pero por favor, no neguemos lo
evidente. La realidad es la que es, la sociedad es la que es, y los problemas
son los que son. Se me entiende, ¿no?
Bien,
pues retomando el hilo, en Weekend se
presenta la historia de dos hombres que se conocen en una noche,
borrachos/drogados en un antro gay, follan y, a la mañana siguiente, comienzan
a conocerse. En muy poco tiempo crean un vínculo muy fuerte, y proyectan el uno
en el otro (no tanto el otro en el uno como el uno en el otro) una serie de
expectativas, de esperanzas, que se verán rápidamente truncadas por la inevitable
partida de uno de ellos a Estados Unidos, quedándoles únicamente un fin de
semana para vivir su historia juntos. En sus conversaciones se dejarán entrever
problemas como la falta de autoestima, el desencanto vital… Y sobre todo el
miedo (miedo a la soledad, miedo al rechazo, miedo a la enfermedad y a la estigmatización,
miedo al compromiso, etc.). Se podrían decir muchas cosas de esta película, y
algún día lo haré por aquí, pero hoy he venido a hablaros de Queen of Denmark, así que vayamos
aterrizando. La banda sonora de Weekend
incluye dos temas de este disco, concretamente incluye TC and Honeybear y, en el momento culmen de la película, Marz. Y es cuando suenan esas dos
canciones cuando yo descubro la existencia de John Grant y de su debut en
solitario, Queen of Denmark.
Las
canciones de este disco son dulces, como miel, como golosinas, como chocolate,
consiguen hacer de la tristeza algo bello y agradable. Tomemos por ejemplo TC and Honeybear, una canción sobre el
miedo a la muerte de un amante. Grant canta “Don't take him, take me”, y es hermoso. Será por su voz, será por su
habilidad en la construcción de melodías, será por los acompañamientos de Midlake, qué sé yo, el caso es que lo
que John consigue con esa canción es algo maravilloso al alcance de pocos
artistas. Todas sus canciones son poesía. El paso de TC and Honeybear a Marz
te deja el corazón en un puño, ese piano de sueños tristes, ese oasis en la
memoria que supone el recuerdo de una tienda de golosinas en una infancia
marcada por el sufrimiento, ese oasis que supone la música de Grant en un
momento de angustia vital, esa forma optimista de enfrentarse a situaciones
adversas, ese sacar el diamante escondido en el carbón.
Podría
seguir haciendo un comentario canción a canción, decir que Where dreams go to die es un réquiem precioso por los amores
imposibles, tóxicos, espirales de perdición; que en temas como It’s easier cualquiera podrá sentirse
identificado ante una historia de desamor como esa, ese amor loco y no
correspondido en el que eliges abandonar por miedo a perderte a ti mismo, y no
dejas de sufrir, y deseas despertarte y que nada haya ocurrido; que Caramel es la canción de amor más bonita
jamás escrita, que Queen of Denmark
es un cierre perfecto para un disco perfecto, una patada en las pelotas a mucha
gente, una patada que llega tarde, pero que, afortunadamente, llega, y es
merecida, y duele igual, y resulta muy satisfactoria, una patada adolescente (“I casually mention that I pissed in your
coffee”), pero tan deseada, tan necesaria, que es imposible de cuestionar. Podría
decir muchas cosas sobre las canciones, pero no llegaría a acercarme a lo que
intento transmitir.
La
existencia de Queen of Denmark significa
muchas cosas, supongo que dependiendo de a quién preguntes el significado
cambiará. Puede significar un rayo de esperanza frente a una sociedad marcada
por una homofobia latente, soterrada (aunque a veces emerge y golpea y duele),
y yo así lo siento, pero no creo que sea justo dejarlo en eso, en un disco gay, una reivindicación LGTB. Es una
obra de arte, y como tal, significa también, y primariamente, una expresión hermosa,
única y universal de una experiencia humana. Es un regalo de un hombre que, a
pesar de haber sufrido los golpes, los insultos, el hundimiento, la drogodependencia,
los deseos de morir, la muerte de amigos y familiares, a pesar de todo eso, ha
seguido viviendo, y no solo eso, ha cogido su vida, le ha puesto música, y nos
la ha cantado, y la ha vuelto bella, y ha sido capaz de enfrentarse al dolor de
mil heridas y cicatrizarlas en canciones… Es un canto de vida y esperanza, un
nuevo amanecer tras una noche de pesadillas, un nuevo comienzo.
Tras Queen of Denmark, John se lanzó la
exploración de nuevos horizontes sonoros, abandonó parcialmente ese rock
clásico, esas baladas casi acústicas que llenan los minutos de Queen of Denmark, y se puso a
experimentar con las infinitas posibilidades de la música electrónica, pero fue
en su debut donde quedó marcada su visión artística, y aunque haya ido variando
la forma a lo largo de los años, la esencia sigue intacta: levantarse y seguir
viviendo, vivir para contarla, y disfrutar de aquellos goces que ofrezca esta
perra vida.
En fin, espero que el rescatar esta joya del olvido haya servido para que los que lo hayan escuchado lo sigan escuchando y disfrutando, y para que los que no, que no pierdan más el tiempo y se pongan ya manos a la obra. ¡Hasta otra, coyotes!
En fin, espero que el rescatar esta joya del olvido haya servido para que los que lo hayan escuchado lo sigan escuchando y disfrutando, y para que los que no, que no pierdan más el tiempo y se pongan ya manos a la obra. ¡Hasta otra, coyotes!
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