2/7/16

Retrospectiva: Queen of Denmark, de John Grant.

Portada de Queen of Denmark, John Grant, 2010.

Puede parecer absurdo o pedante hablar de retrospectiva para referirse a un álbum que no tiene mucho más de cinco años, pero en el caso de John Grant, y desde una perspectiva como la mía, no hay otra forma de verlo. John Grant ha ido dando saltos de gigante desde que lanzó este disco, y ha llovido mucho, muchísimo, en mi vida desde que lo escuché por primera vez. Queen of Denmark supuso una liberación emocional, un encontrarme, y creo que no me equivoco si digo que para el propio Grant también lo fue.
Llegué a este disco a través de una película: Weekend (Andrew Haigh, 2011). En Weekend se plantean con naturalidad una serie de problemas… No me voy a andar con rodeos, concededme la licencia al decir esto: se plantean problemas de gays. Y entiéndase: no son los mismos que los problemas de heteros (ay, madre, siento cómo estoy cavando mi propia tumba: veremos si consigo salir con vida de este párrafo). Un niño heterosexual no tiene que enfrentarse al problema de sentirse distinto a los otros niños cuando, durante su adolescencia, va dándose cuenta de que hay algo en su mente que antes no estaba, está cambiando, está descubriendo unos intereses y unas preocupaciones que antes no tenía…  Y esos intereses y preocupaciones son distintos a los del resto de niños. El niño hetero no tiene que enfrentarse al hecho de ser parte de una minoría discriminada, no tiene que aprender a aceptarse a sí mismo a sabiendas de que muchas otras personas no lo aceptarán, no tiene que enfrentarse al miedo de presentarles a sus padres una parte de sí mismo que tal vez no aceptarán, no tiene el miedo de ocultar nada porque no tiene nada que ocultar. Y sí, sé que hay muchos matices, sé que un niño hetero puede sufrir muchísimas otras cosas… Pero por favor, no neguemos lo evidente. La realidad es la que es, la sociedad es la que es, y los problemas son los que son. Se me entiende, ¿no?
Bien, pues retomando el hilo, en Weekend se presenta la historia de dos hombres que se conocen en una noche, borrachos/drogados en un antro gay, follan y, a la mañana siguiente, comienzan a conocerse. En muy poco tiempo crean un vínculo muy fuerte, y proyectan el uno en el otro (no tanto el otro en el uno como el uno en el otro) una serie de expectativas, de esperanzas, que se verán rápidamente truncadas por la inevitable partida de uno de ellos a Estados Unidos, quedándoles únicamente un fin de semana para vivir su historia juntos. En sus conversaciones se dejarán entrever problemas como la falta de autoestima, el desencanto vital… Y sobre todo el miedo (miedo a la soledad, miedo al rechazo, miedo a la enfermedad y a la estigmatización, miedo al compromiso, etc.). Se podrían decir muchas cosas de esta película, y algún día lo haré por aquí, pero hoy he venido a hablaros de Queen of Denmark, así que vayamos aterrizando. La banda sonora de Weekend incluye dos temas de este disco, concretamente incluye TC and Honeybear y, en el momento culmen de la película, Marz. Y es cuando suenan esas dos canciones cuando yo descubro la existencia de John Grant y de su debut en solitario, Queen of Denmark.
Las canciones de este disco son dulces, como miel, como golosinas, como chocolate, consiguen hacer de la tristeza algo bello y agradable. Tomemos por ejemplo TC and Honeybear, una canción sobre el miedo a la muerte de un amante. Grant canta “Don't take him, take me”, y es hermoso. Será por su voz, será por su habilidad en la construcción de melodías, será por los acompañamientos de Midlake, qué sé yo, el caso es que lo que John consigue con esa canción es algo maravilloso al alcance de pocos artistas. Todas sus canciones son poesía. El paso de TC and Honeybear a Marz te deja el corazón en un puño, ese piano de sueños tristes, ese oasis en la memoria que supone el recuerdo de una tienda de golosinas en una infancia marcada por el sufrimiento, ese oasis que supone la música de Grant en un momento de angustia vital, esa forma optimista de enfrentarse a situaciones adversas, ese sacar el diamante escondido en el carbón.
Podría seguir haciendo un comentario canción a canción, decir que Where dreams go to die es un réquiem precioso por los amores imposibles, tóxicos, espirales de perdición; que en temas como It’s easier cualquiera podrá sentirse identificado ante una historia de desamor como esa, ese amor loco y no correspondido en el que eliges abandonar por miedo a perderte a ti mismo, y no dejas de sufrir, y deseas despertarte y que nada haya ocurrido; que Caramel es la canción de amor más bonita jamás escrita, que Queen of Denmark es un cierre perfecto para un disco perfecto, una patada en las pelotas a mucha gente, una patada que llega tarde, pero que, afortunadamente, llega, y es merecida, y duele igual, y resulta muy satisfactoria, una patada adolescente (“I casually mention that I pissed in your coffee”), pero tan deseada, tan necesaria, que es imposible de cuestionar. Podría decir muchas cosas sobre las canciones, pero no llegaría a acercarme a lo que intento transmitir.
La existencia de Queen of Denmark significa muchas cosas, supongo que dependiendo de a quién preguntes el significado cambiará. Puede significar un rayo de esperanza frente a una sociedad marcada por una homofobia latente, soterrada (aunque a veces emerge y golpea y duele), y yo así lo siento, pero no creo que sea justo dejarlo en eso, en un disco gay, una reivindicación LGTB. Es una obra de arte, y como tal, significa también, y primariamente, una expresión hermosa, única y universal de una experiencia humana. Es un regalo de un hombre que, a pesar de haber sufrido los golpes, los insultos, el hundimiento, la drogodependencia, los deseos de morir, la muerte de amigos y familiares, a pesar de todo eso, ha seguido viviendo, y no solo eso, ha cogido su vida, le ha puesto música, y nos la ha cantado, y la ha vuelto bella, y ha sido capaz de enfrentarse al dolor de mil heridas y cicatrizarlas en canciones… Es un canto de vida y esperanza, un nuevo amanecer tras una noche de pesadillas, un nuevo comienzo.
Tras Queen of Denmark, John se lanzó la exploración de nuevos horizontes sonoros, abandonó parcialmente ese rock clásico, esas baladas casi acústicas que llenan los minutos de Queen of Denmark, y se puso a experimentar con las infinitas posibilidades de la música electrónica, pero fue en su debut donde quedó marcada su visión artística, y aunque haya ido variando la forma a lo largo de los años, la esencia sigue intacta: levantarse y seguir viviendo, vivir para contarla, y disfrutar de aquellos goces que ofrezca esta perra vida.
En fin, espero que el rescatar esta joya del olvido haya servido para que los que lo hayan escuchado lo sigan escuchando y disfrutando, y para que los que no, que no pierdan más el tiempo y se pongan ya manos a la obra. ¡Hasta otra, coyotes!

No hay comentarios:

Publicar un comentario