18/7/16

Avive el seso y despierte: Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas

Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016.
Sube al escenario en silencio acompañada por varios músicos más y, como preparando un ritual, se disponen a tocar sus respectivos instrumentos. Invocan con su música algo que ni siquiera ellos son capaces de entender, algo que nos trasciende pero que está ahí, hacen salir del escenario sonidos que toman el relevo de la vida a los muertos, y convierten la ciudad en santuario, la piedra en madera, la música en sacrificio, la voz en conjuro, la lógica en magia, la civilización en bosque. 

Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016.
"Oh Dios mío, algo me guía", son las primeras palabras que pronuncia Anna von Hausswolff, tras más de ocho minutos de introducción instrumental en una noche como pocas otras hemos vivido en La Mar de Músicas. Como una bruja, saca los sonidos de su garganta, como llevada por una fuerza extraña, sin esfuerzo y sin control. Acompañada por una banda en estado de gracia, recita largos temas épicos en los que lo más animal del ser humano toma el mando, algunos de los asistentes se marchan, yo no puedo dejar de ver lo que está ocurriendo en ese escenario, los ojos como platos, oro en mis oídos. 
Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016.
Recuerdo la primera vez que escuché The miraculous, de noche, en la carretera de los canales, rodeado únicamente por los árboles y la luz mortecina de las farolas, ni un alma a mi alrededor, las sombras proyectándose en todas direcciones. Recuerdo que, sin prestar atención a las letras, pensé "Este no es un disco para la ciudad", y más adelante lo confirmé al conocer las inspiraciones de las que nacía, de un santuario, de una guerra y de una infancia. No es un disco para la ciudad, sino para la barbarie, y anoche cobró vida. 

Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016.
Pocas veces he visto en un concierto de La Mar de Músicas un batería tan entregado como en el concierto de Anna von Hausswolff. Él se merece una mención aparte, porque él construyó los esqueletos retorcidos, llenos de esquinas, sobre los que se apoyaban las canciones, y sin él, aquello no habría sido lo mismo. En general, aunque Anna utilice su propio nombre para identificarse en el mundo de la música, sin su banda estaría muy lejos de lograr lo que logra en el escenario. 

Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016.
En fin... Podría ponerme más técnico ahora y hablaros de los temas que tocó, la mayoría de The miraculous, alguno de Ceremony y alguno nuevo, pero a quién le importa. Lo importante es la experiencia, el rito. Como una bruja, se bajó del escenario y cantó Stranger, como un cuento para atraer a los niños... y después comérselos vivos. No volaban los vencejos como el viernes en el parque de artillería, y anocheció pronto, como si la noche hubiese venido a su llamada. Interpretando Come wander with me / Deliverance se transformó en monstruo, se sacó las entrañas y las enseñó en alto, mostrando ante todo el auditorio que para alcanzar la verdad, la catarsis, hay que pasar primero por el infierno. 
Un coyote con Anna von Hausswolff.
En definitiva, fue un concierto mágico, oscuro y purgativo. La única pega que le podría poner es que no fuera más largo, que hubiera durado toda la noche, que hubiera interpretado la infinidad de temas maravillosos con los que cuenta en su repertorio, pero lo que yo pido es imposible: el concierto duró una hora y media, y fueron aprovechados todos y cada uno de los minutos que duró. Habrá que ir a Suecia, a su país natal, para volverla a ver, y volver a gozar sufriendo.  

Cartel de La Mar de Músicas 2016.
Antes de despedirme, os recuerdo que La Mar de Músicas continúa, aquí, en Cartagena, que esta noche podremos ver a Anna Ternheim en el parque de artillería, os animo a echarle un vistazo al resto del programa aquí. ¡Hasta otra!

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