Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016. |
Sube al escenario en
silencio acompañada por varios músicos más y, como preparando un ritual, se
disponen a tocar sus respectivos instrumentos. Invocan con su música algo que
ni siquiera ellos son capaces de entender, algo que nos trasciende pero que está
ahí, hacen salir del escenario sonidos que toman el relevo de la vida a los
muertos, y convierten la ciudad en santuario, la piedra en madera, la música en
sacrificio, la voz en conjuro, la lógica en magia, la civilización en bosque.
Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016. |
"Oh Dios mío, algo me guía",
son las primeras palabras que pronuncia Anna von Hausswolff, tras más de
ocho minutos de introducción instrumental en una noche como pocas otras hemos
vivido en La Mar de Músicas. Como una bruja, saca los sonidos de su garganta,
como llevada por una fuerza extraña, sin esfuerzo y sin control. Acompañada por
una banda en estado de gracia, recita largos temas épicos en los que lo más
animal del ser humano toma el mando, algunos de los asistentes se marchan, yo
no puedo dejar de ver lo que está ocurriendo en ese escenario, los ojos como
platos, oro en mis oídos.
Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016. |
Recuerdo la primera
vez que escuché The miraculous, de noche, en la carretera de
los canales, rodeado únicamente por los árboles y la luz mortecina de las
farolas, ni un alma a mi alrededor, las sombras proyectándose en todas
direcciones. Recuerdo que, sin prestar atención a las letras, pensé "Este
no es un disco para la ciudad", y más adelante lo confirmé al conocer las
inspiraciones de las que nacía, de un santuario, de una guerra y de una
infancia. No es un disco para la ciudad, sino para la barbarie, y anoche cobró
vida.
Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016. |
Pocas veces he visto
en un concierto de La Mar de Músicas un batería tan entregado como en el
concierto de Anna von Hausswolff. Él se merece una mención aparte, porque
él construyó los esqueletos retorcidos, llenos de esquinas, sobre los que se
apoyaban las canciones, y sin él, aquello no habría sido lo mismo. En general,
aunque Anna utilice su propio nombre para identificarse en el mundo de la música,
sin su banda estaría muy lejos de lograr lo que logra en el escenario.
Anna von Hausswolff en La Mar de Músicas, 2016. |
En fin... Podría ponerme más técnico
ahora y hablaros de los temas que tocó, la mayoría de The miraculous,
alguno de Ceremony y alguno nuevo, pero a quién le importa. Lo
importante es la experiencia, el rito. Como una bruja, se bajó del escenario y
cantó Stranger, como un cuento para atraer a los niños... y después
comérselos vivos. No volaban los vencejos como el viernes en el parque de
artillería, y anocheció pronto, como si la noche hubiese venido a su llamada.
Interpretando Come wander with me / Deliverance se
transformó en monstruo, se sacó las entrañas y las enseñó en alto, mostrando
ante todo el auditorio que para alcanzar la verdad, la catarsis, hay que
pasar primero por el infierno.
Un coyote con Anna von Hausswolff. |
En definitiva, fue un concierto mágico, oscuro y
purgativo. La única pega que le podría poner es que no fuera más largo, que
hubiera durado toda la noche, que hubiera interpretado la infinidad de temas
maravillosos con los que cuenta en su repertorio, pero lo que yo pido es
imposible: el concierto duró una hora y media, y fueron aprovechados todos y
cada uno de los minutos que duró. Habrá que ir a Suecia, a su país natal, para
volverla a ver, y volver a gozar sufriendo.
Cartel de La Mar de Músicas 2016. |
Antes de despedirme,
os recuerdo que La Mar de Músicas continúa, aquí, en Cartagena, que esta noche
podremos ver a Anna Ternheim en el parque de artillería, os animo a
echarle un vistazo al resto del programa aquí.
¡Hasta otra!
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