Llega abril, el mes anterior a los exámenes, redoble de tambor, va a pasar
algo, pero más adelante. En este mes llegan a mis manos dos CD, un EP de
Oneohtrix Point Never que me deja sin saber muy bien por dónde cogerlo, y el
nuevo álbum de Zahara, Santa.
Commissions II
Consta de dos mitades bien delimitadas: Bullet Hell Abstraction I
& III y Suite for magnetic rose. Las primeras dos canciones
o, mejor dicho, pistas, son una locura. Una de las guitarras eléctricas más
feas que he escuchado en mi vida da comienzo a una sucesión caótica de ruido y
sonidos percutidos que si intentas procesar te dan dolor de cabeza. No busques
melodía, ni armonía, ni nada de lo que puedas identificar con la palabra
“música”. Es más como la banda sonora extremadamente descriptiva de una batalla
espacial, compuesta de chasquidos de puertas que se cierran, de motores que
arrancan, de fluidos alienígenas... Una cosa así. Sea como sea, supongo que
estos trabajos dejan de funcionar en su integridad al ser comercializados como
música, pues originalmente se debieron de exponer en relación a algo visual.
La segunda mitad la compone una pista de 20 minutos que fue originalmente
lanzada como una banda sonora alternativa para el mediometraje de animación Magnetic
Rose, pieza central de la colección Memories. A pesar de su
extensión, es una obra bastante más accesible que las dos anteriores, por ser
menos agresiva y más melódica, y sobre todo, por estar a nuestro alcance la
pieza audiovisual a la que complementa. La Suite no se entiende si no es
en relación a esa odisea espacial surrealista, pues es una música muy
descriptiva. Podemos visualizar esa nave espacial que alberga una mansión en su
interior, ese estercolero magnético en forma de rosa, y todo lo que sucede
dentro, los hologramas, la cantante de ópera. Es una obra muy grandilocuente, y
como tal, nos ofrece algunos de los momentos más grandiosos de la música
reciente. Es una pena que no se haya comercializado una versión alternativa de
la cinta original con la nueva banda sonora.
Santa
Aunque solo sea
por esto, Zahara se merece nuestra admiración y respeto, pues no son muchos los
artistas que prestan tanta atención a su público. Pero es que además, resulta
que Santa, su último disco, es un discazo. No inventa nada, vale, pero
consigue dar unidad y credibilidad a una colección de canciones muy variadas y
absolutamente adictivas. Es capaz de sacarte una sonrisa con las locuras de Caída
libre, de helarte la sangre con El frío y traerte de
nuevo el calor al corazón con El deshielo, sin perder en
ningún momento su autenticidad.
Sus letras
tocan muchos palos, pero cuando más se luce es cuando se mete de lleno con las
imágenes religiosas de las que hace gala el título del disco, y esto,
lamentablemente, solo lo hace en tres canciones: La gracia, Hágase tu voluntad e Inmaculada decepción. Las letras de
estas canciones son maravillosas: “No me abandonarán si me he marchado, no
romperán mi corazón si lo he arrancado”; “Bebo tu sangre, que nace del centro
de todos los males. Trago y bendigo sentada a la mesa: no eres de Dios ni de
nadie”.
En fin, es un
disco con las emociones a flor de piel, muy accesible y muy agradable de
escuchar.
MAYO
Empieza a hacer
calorcico, en la universidad ya no queda mucho que hacer, empiezan los
exámenes, y yo me dedico a ver Shigatsu wa kimi no uso
en el móvil en los trayectos de autobús de Cartagena a Murcia, recorrido que
normalmente aprovechaba para escuchar música. Llegan a mis manos tres discos
correctos, algunos mejores que otros, pero ninguno especialmente trascendental:
son el debut de Conchita Wurst; el segundo disco de Rangleklods, Straitjacket; y el nuevo disco de Florence + the
Machine, How big, how blue, how beautiful.
Conchita
No puedo acabar esta crónica
sin mencionar este disco. Tampoco puedo pasar por él como por los demás discos
de los que hablo en estas páginas: igual que Violet Chachki, de la que hablaré
más adelante, Conchita no es música, es otra cosa, una cosa que da más
importancia a su imagen y su palabra que a su sonido, una cosa que se gana su
fama en un
concurso televisivo. Así pues, ¿qué debemos esperar de este disco? ¿Una
revolución de la música pop? ¿Un ambicioso proyecto musical? No, obviamente no.
En este disco tenemos un cajón desastre de canciones correctas que en su
mayoría no duran más de tres minutos, que pasan del pop sinfónico
grandilocuente al dubstep y de ahí al cabaret,
sin mojarse tampoco mucho en ninguno de esos géneros. ¿Vale la pena?
Absolutamente.
Este conjunto de canciones es
dulce al oído y a la mente, es un disco que, en lo musical, carece totalmente
de pretensiones, entretiene, hace sentir bien, y sobre todo, sirve para
extender el concepto/marca/mensaje de Conchita Wurst: la aceptación de la diversidad.
Por mucho que a algunos les pese, Conchita es eso y nada más, no se puede odiar
a un personaje que lo único que hace es tratar de difundir un mensaje de amor y
tolerancia. Desde que ganó Eurovisión, Conchita no ha estado un minuto quieta,
un día está en Japón y al siguiente en EEUU y vuelta a Austria, luciendo su
barba y su eye-liner a donde va. El rechazo que
provoca este personaje en buena parte de la población es el motivo que
justifica lo necesario de su existencia. Así
pues, que siga cantando: “we have the
right to speak, but we will sing, and we will dance”.
Straitjacket
Rangleklods se colaron en mi
vida gracias al fantástico videoclip de Schoolgirls,
se ganaron mi atención de tal manera que difícilmente podía defraudarme su
nuevo disco incluyendo esa canción. Y estuvieron a punto, porque el resto de
canciones en Straitjacket están bastante alejadas
del sonido de Schoolgirls, lo que más abunda en
este disco es la música electrónica. Y no una electrónica mediocre
precisamente.
Este disco es un ejemplo de por
qué la música electrónica es importante dentro de la contemporánea, de cómo
puede ampliarse la paleta de sonidos y estructuras que conforman la música
tradicional mediante la tecnología. Hay samples,
hay ritmos imposibles, hay una variedad de timbres bastante loca, pero todo
funciona como una obra coherente y efectiva, y la peculiar pero fantástica voz
de Esben Nørskov en conjunción con todos esos elementos nos puede hacer pensar
en otras formaciones similares como TRST o The Acid. El nivel decae en algunos
temas, como en el interludio Warrior o en Degeneration, pero otras canciones como la
anteriormente citada Schoolgirls, el tema titular o la curiosa Dry me out
hacen del disco una experiencia muy gratificante.
Straitjacket no llegará muy lejos, pero
Rangleklods es un dúo muy prometedor, habrá que seguirles la pista.
How big, how blue, how beautiful
How big, how
blue, how beautiful es grandilocuente, dramático y muy bonito, como su
título indica. Es un disco variado, con sus puntos álgidos y sus decaídas, que
en líneas generales mantiene un nivel de calidad bastante aceptable de
principio a fin. Florence demuestra defenderse bien en la épica desbocada,
gritando hasta desencajarse la mandíbula y consiguiendo que nos lo creamos,
cosa que no es fácil (What kind of man, la segunda mitad del tema
titular, Queen of peace, Third eye...),
y también sabe cuándo apagar la luz y bajar el volumen sin perder un ápice de
dramatismo (Long & Lost, St. Jude...). El
problema llega cuando toca escuchar el disco entero... Da la impresión de que
hay muchas pistas de relleno. Pierde credibilidad en algunos temas claramente
facturados para la radio y pistas de baile indie como Hiding. No
sé, es un disco decente, pero le falta algo, tal vez unidad, tal vez
originalidad, quién sabe. Con todo, vale la pena darle algunas escuchas.
JUNIO
Musicalmente,
junio es un mes muy relajado, el único lanzamiento que escucho de este mes es
el EP debut de Violet Chachki, Gagged, la ganadora de la séptima
temporada de RuPaul’s Drag Race. Es un disco en la línea de lo que hacen
otras de las chicas de RuPaul, canciones que no pasan de los tres minutos y
medio, con una fuerte producción electrónica, que generalmente vienen
acompañadas por videoclips que amplían el universo estético de la artista en
cuestión, en este caso tenemos los videos de Bettie y Vanguard. En general,
es un EP bastante pobre, Violet recita sus frases sobre dominación sexual y
trajes de cuero rimadas de forma naïf (“Harlequin is here to play your latex
dream / Harlequin is here to play, I’ll make you scream”) sobre unas bases
industriales machaconas. Lo más destacado de este disco son los videoclips,
especialmente el de Bettie con esa monstruosa ama de casa estilo felices
años 20.
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