Los
últimos meses del año han sido especialmente ricos en lanzamientos: lo último
de John Grant, Oneohtrix Point Never, Joanna Newsom, Grimes, Arca, Christine
and the Queens, Lubomyr Melnyk, Beach House (sí, otra vez)... Uno no da a
basto, y lógicamente muchos se me quedarán en el tintero, pero bueno, qué le
vamos a hacer. Este mes de octubre en concreto hemos tenido algunos
lanzamientos que se han quedado un poco al margen, entre ellos el Thank you lucky stars de Beach House y el debut de Princess Century, proyecto en solitario de Maya
Postepski (antigua batería de TRST), ambos discos con muy buena pinta (más el
segundo que el primero) pero que no he escuchado lo suficiente como para dar mi
opinión al respecto. Los que sí han sonado bastante en mi móvil han sido lo
nuevo de John Grant, Grey tickles, black pressure;
el retorno de Joanna Newsom, Divers; el
fantástico debut de Nicole Dollanganger, Natural born losers;
y la versión internacional de Chaleur Humaine, el
debut de Christine and the Queens.
Divers
Este disco es muy
distinto de Ys, también es distinto de su
predecesor inmediato, Have one on me. Está
compuesto por once canciones que van desde los dos minutos hasta los siete. Hay
harpa, pero también hay piano (mucho piano, de hecho), guitarra, teclado,
batería, instrumentos de viento... Es un disco mucho más variado que Ys (establezco siempre la comparativa con Ys porque nunca me llegué a meter del todo en Have one on me). Tiene algunos momentos de absoluta
belleza, como la canción titular, o la inicial, Anecdotes;
o la final, Time, as a symptom. Otras canciones
apelan a otro tipo de emoción menos estática, como Sapokanikan o Leaving the city. En ocasiones
es difícil hacer el oído a lo que estás escuchando, como en Goose
eggs, en la que suena lo que parece ser un clavicordio (¡¿!?)
acompañado por un piano, un teclado, una batería y una guitarra.
Sea como sea, una
vez aceptados los caprichos estéticos de Joanna Newsom, te das cuenta de que
estás ante un disco original, compacto y de agradable escucha, un firme paso al
frente de su autora.
Christine
and the Queens
Christine ha
sido uno de mis grandes descubrimientos del año. Una artista defensora de la
teoría queer, con buen gusto y grandes aptitudes
artísticas, que si quiere llegará muy lejos, ‘cause she got
iT.
Este lanzamiento
internacional de Chaleur Humaine, rebautizado
como Christine and the Queens, con un tracklist
más o menos alterado y una mayor presencia del inglés en sus letras, es una
gran muestra de buen pop. No hay un solo instante en el que la calidad musical
decaiga: con unos arreglos minimalistas, Christine sabe cómo jugar con los
silencios para crear canciones ultrapegadizas y elegantes que le sirven para
explorar diferentes aspectos de su personalidad y su pensamiento.
El disco se abre con toda una declaración de
intenciones, iT, donde canta “She wants to be a man / but she lies / she wants to be
born again / but she’ll lose / she draws her own crotch / by herself / but
she’ll lose / because it’s a fake”. El
camino hacia la identidad sexual se plantea lleno de dudas, sabe que no es
fácil, que tendrá que enfrentarse a otros y a sí misma, pero está decidida a
recorrerlo pese a todo: “she’s a man now, and there’s nothing we can do to make
her change her mind, she’s a man now”.
Otro gran momento
del disco es Jonathan, canción que canta con
mi queridísimo Perfume Genius, una balada sobre el sentimiento de tristeza e
impotencia que se siente al estar enamorado de alguien que no puede amarte
libremente por vergüenza, “seulement la nuit, et pourquoi seulement la nuit? Je
sais que tu ne répondras pas”.
El disco está
lleno de éxitos, como Paradis Perdus, con esa mezcla
genial del tema clásico francés con los versos de Kanye West, convertidos en un lamento
desgarrador que funciona a la perfección bajo la magia de Christine; o Saint Claude, otra balada
preciosa sobre el momento de la separación, “here’s my station, but if you say
just one word I’ll stay with you”; o No harm is done, con ese feat de Tunji Ige, una de las pocas ocasiones en las
que la incorporación de algo de hip hop a un tema pop me ha parecido correcta.
Otro de los muchos
detalles que hacen a Christine maravillosa es su universo estético, los
videoclips que acompañan a muchas de las canciones, con una iconografía
minimalista y elegante, reflejo de la ambigüedad sexual, del lienzo en blanco
que es Christine, su cuerpo, su música, un lienzo en el que vuelca sus
emociones, y de ahí nacen los videos. De ellos, destacaría especialmente el de Paradis perdus y el de Jonathan.
Sin duda, este es
un grandísimo disco, conceptualmente hablando; y musicalmente impecable, aunque
siempre es posible mejorar, tal vez con algo más de riesgo, quién sabe, tal vez
debería explorar sonidos más innovadores más adelante. Pero para ser su carta
de presentación al mundo, Christine and the Queens
es perfecto.
Natural
Born Losers
Natural
born losers
no es una experiencia agradable. Es una ventana al interior de una mente
torturada y retorcida que roza la psicopatía. A no ser que no prestes atención
a las letras, en ese caso puedes ir tranquilo: Natural born
losers es precioso. La voz de Nicole es la de una muñequita, dulce,
aguda y melódica, y se mueve con una cadencia melancólica entre guitarras
acústicas recreando unos paisajes sonoros fríos muy bellos. Nada que no hayas
oído en otras bandas de rock alternativo como Raised by swans o los temas más
acústicos de Brand New. Pero hay que mojarse, la gracia está en las letras.
En líneas
generales, el contenido de Natural born losers
son escenas de violencia, sexual o no, en un clima de decadencia, el deep south de los EEUU, descritas con un lenguaje
poético, a veces de una belleza siniestra, a veces decadente, a veces
escalofriante. Uno de los momentos más inspirados del disco es Angels of
porn II, donde Nicole se pone bajo de la piel de una mujer
forzada a trabajar en la industria pornográfica que desea su muerte pero teme
arder en el infierno por sus actos: “I’d give my body to satan / if I could
only keep my soul / but I can’t seem to find the split / between them anymore”,
“Your fingers up inside of me / feel like fingers down my throat / Everything
is fine in heaven / but I’ll never get to know”.
El disco se abre
con Poacher’s pride, tema en el que
describe cómo caza y tortura hasta la muerte a un ángel. En Mean, canta cómo su novio le
pega y cómo ella lo acepta con pasividad, canta esa escalofriante frase de
“there’s nothing you could do to me I wouldn’t do to myself”. Otras canciones
destacables son You’re so cool, White trashing, y American tradition, en las que
persiste ese tono decadente y violento.
En general es un
disco que mantiene un nivel de calidad alto durante toda su duración, si bien
puede caer un poco en la monotonía pasadas unas cuantas canciones, cuyo
encanto, aunque resulte extraño decirlo así, recae en sus letras.
Grey
tickles, black pressure
John un día me
matará del disgusto, pero lo tengo que querer. Cuando vi la portada de Grey
tickles, black pressure sentí una mezcla de horror y vergüenza ajena de la
que creí que no me podría recuperar. Cuando escuché por primera vez el disco me
sentí bastante incómodo, lo que estaba escuchando era demasiado hortera para
ser John Grant. Bueno, ¿lo era?
Ciertamente, este
disco puede suponer un golpe en la cara para quien espere otro Queen of
Denmark, no debemos perder de vista Pale green ghosts a la hora de
afrontar la escucha de este disco, y sobre todo, no debemos olvidar temas como Blackbelt
y Sensitive
new age guy, porque el germen de Grey tickles, black pressure
está ahí. Snug slacks es el mayor exponente de ese sonido hortera y
decadente, un tema más recitado que cantado, con una base rítmica que podría
estar sacada de un capítulo del inspector Gadget.
Grey tickles,
black pressure
es el disco más crudo de John Grant. Se abre con una pista de audio en la que
distintas voces recitan de forma dogmática, en distintos idiomas y a la vez,
unas palabras sobre el amor, creando un clima asfixiante y opresivo. Esto es
nuevo en él. Pero pasado el susto inicial, podemos encontrar al John de siempre
en la segunda pista, en la que se ríe de sí mismo y de sus miserias haciendo
gala de esa capacidad compositiva que nos enamoró en Queen of Denmark y
nos mantiene enganchados desde entonces.
En este disco
encontramos una diversidad de sonidos enorme, mayor que en Pale green ghosts,
hay funk, hay glam, hay pop-rock radiofónico, hay torch song, hay balada épica,
hay tecnopop... John nos regala aquí algunas de sus mejores canciones, como Geraldine,
Disappointing,
Global Warming, Down here, o Grey
tickles, black pressure. En el análisis lírico no me voy a meter porque
aún no he tenido tiempo de profundizar en las letras, pero estoy seguro de que
no defraudarán, he oído por ahí alguna mención a Hitler y a niños con cáncer
que fijo que tienen su razón de ser.
En fin, Grey
tickles, black pressure es un disco extraño, de más difícil escucha que
otros discos de John Grant, pero que gana y gana con cada escucha, llegando a
convertirse en un disco adictivo, divertido y triste a la vez, de los que
enamoran y no dejan escapar.
NOVIEMBRE
Ya casi llegamos al final del año, estamos en noviembre y siguen lloviendo
importantes lanzamientos, entre ellos se encuentra Art angels, el último
disco de Grimes, un disco que generó grandes expectativas pero que a mí
personalmente no me ha gustado nada. Por otro lado tenemos el último disco de
Oneohtrix Point Never, Garden of Delete; el de Anna von Hausswolff, The
miraculous; y el debut de PAPAYA, No me quiero enamorar, de los que
sí que vale la pena hablar un poco.
No me quiero enamorar
No mentiré:
empecé a escuchar PAPAYA porque me hacía gracia el nombre y nada más. Pero una
vez empecé a escucharlos, me sorprendió lo que encontré. En primer lugar, me
sorprendió la voz de Yanara, una voz con personalidad propia, grave, femenina y
sensual, que lo que no tiene de melódica lo tiene de expresiva. En segundo
lugar, lo inmediato de la música, No me quiero enamorar es un conjunto
de canciones que con un par de escuchas nos sonarán como canciones que te
hubieran acompañado toda la vida, tal vez sea por esa variedad de recursos e
influencias, tal vez sea por lo directo de sus letras, tal vez por su ritmo, no
lo sé, sea por lo que sea, temas como Cosas fascinantes y sencillas, El rey de las camas, Obsesiones, Ahumar, Mira su fuego o la espléndida No se dormirán te atrapan de tal forma que
no quieres salir.
Parte del gancho
de No me quiero enamorar está en sus letras, versos que hablan del amor como
todos lo podemos haber sentido, lejos de Hollywood, pulsiones sexuales
caprichosas y generalmente fatídicas, frustración, miedo y deseo. Destacaría
especialmente el tema que abre el disco, con ese maravilloso estribillo que se
repite una vez “Y te es más fácil / volverte solo a casa / y aunque no esté
hecha la cama / y sin nadie a quien despertar: / ya me cansé / de todas esas
locuras; / si lo hacemos, que sea a oscuras, / no me quiero enamorar”. Verdades
como puños.
Además, como decía
anteriormente, es un disco muy variado, aunque el tono imperante sea ese
pop/rock ochentero cercano a bandas como Alaska y los Pegamoides, hay muchos
otros sonidos, hay mucho exotismo (Caballo de sal, El secreto), hay hip hop (Carne de carroña, por otro lado, la peor
canción del disco con toda probabilidad), hay darkwave (El alimento del alma)...
En resumen, un
disco fresco, con gancho, que no debería faltar en ninguna lista de lo mejor
del año a nivel nacional.
The miraculous
Es
de noche. Estás solo, desnudo, hace frío, no sabes dónde te encuentras, estás
rodeado de árboles, a penas se ve la luna entre las ramas, y escuchas los
bramidos de animales salvajes a lo lejos. Hay huesos de ganado en el suelo, no
son recientes, todo lo que hueles es la tierra húmeda bajo tus pies. Comienzas
a moverte para entrar en calor, necesitas encender un fuego o morirás de frío. The
miraculous es el fuego, pero también es el frío, es la luna, son los
árboles, los huesos, la tierra.
Anna
von Hausswolff ha entregado el mejor trabajo de su carrera, y probablemente uno
de los mejores discos de este año, ha sentado las bases de su propio género
músical, ha sabido utilizar el sonido como una extensión física de su alma. The
miraculous es un lugar mágico que se amolda a la mente del oyente, es agua
y mármol.
Hace
un par de años, Anna irrumpió en el panorama internacional con un inusual disco
de música pop, Ceremony, inusual porque el instrumento que predominaba
en todas las canciones era el órgano. En Ceremony se dejaba entrever lo
que se nos venía encima, temas como Deathbed o Ocean, con sus
desarrollos largos y progresivos son lo más cercano que hay a la música de The
miraculous, pero incluso esas canciones están a años luz de la grandiosidad
de Discovery y Come wander with me / Deliverance. El órgano sigue presente en The miraculous, pero
es distinto, su sonido es más flexible, y viene acompañado por toda una banda
con la que dialoga y se funde de un modo orgánico.
The
miraculous está estructurado en tres partes fundamentales, cada una de estas
cuenta con un tema central más extenso y dos complementarios más breves. Los
tres pilares centrales de este disco son las anteriormente citadas Discovery
y Come wander with me / Deliverance, y la pista titular, The
miraculous. Cada una de ellas es distinta de la anterior, pero todas
comparten la misma alma, ese halo de magia y misterio que rodea al disco. Discovery
es la más cercana a lo que hacía Anna en Ceremony, una canción extensa
con una larga introducción instrumental que allana el terreno para el in
crescendo emocional final con la voz de Anna. Come wander with me /
Deliverance es otra cosa, es un tema más cercano al rock que al pop, pero
no a un rock formulario de andar por casa, sino a un rock chamánico, animal,
algo similar a lo que llevan haciendo Swans en sus últimos trabajos, un rock
progresivo movido por la pasión pura. Por último, tenemos The miraculous,
el tema más abstracto, etéreo, experimental, ambiental, como queramos llamarlo,
del disco. Son diez minutos en los que Anna va pulsando las teclas del órgano y
manteniéndolas pulsadas para crear drones que se entrecruzan con su voz
recreando un ambiente denso, a ratos opresivo, a ratos revelador, y en todos
los sentidos trascendente.
Las
tres pistas centrales van acompañadas de otras menores, algunas son pistas de
transición, otras funcionan como grandes canciones por sí solas (como la
extraordinaria Evocation),
que sirven a Anna para engrandecer el universo de este disco y explorar nuevos
sonidos en cada tema, experimentando con su voz en The hope only of empty
men, invocando sonidos fantasmagóricos como los de Pomperipossa,
etc. El disco finaliza con Stranger, una balada perfecta para ordenar
todos los pedazos de nuestra alma tras haber pasado por los nueve niveles del
infierno con el resto del disco.
Este
disco es una joya, un viaje espiritual a un lugar lejos del ruido, donde
reencontrarse con uno mismo más allá del espejo. Lo único que se le puede
recriminar es ser demasiado corto, a pesar de sus cincuenta minutos de
duración, cuando acaba te deja una sensación de vacío, quieres más, quieres
emborracharte de The miraculous hasta tener que vomitar, como sucede con
los discos de Swans. En fin. Maravilloso, y muy, muy recomendable.
Garden of Delete
La adolescencia es una puta
mierda, y sin embargo, me encanta volver a ella una y otra vez. Un adolescente
es una bomba química impredecible, siempre a punto de estallar. Es el periodo
de la vida en el que te vuelves idiota y haces gilipolleces sin pensar, también
el momento en el que tienes tus ideas más brillantes, son los años en los que
te conviertes en la persona que vas a ver en el espejo todos los días al
levantarte durante el resto de tu vida. Ha sido tratada por muchos en la
literatura, tenemos a Sallinger con su Guardián entre el
centeno, a Joyce con el Retrato de un artista
adolescente, y sin irnos tan lejos, a Joe Dunthorne con Submarino, a Charles Burns y el Agujero
negro... No nos faltan los ejemplos, y es que probablemente la mayor
fuente de inspiración artística sea la adolescencia.
En su cuarto disco dentro del
proyecto Oneohtrix point never, Daniel Lopatin decide volcarse en este tema, y
lo hace sin escatimar medios: falsas cuentas de twitter, blogs, documentos
ficticios filtrados... Ha creado un universo en el que Garden of Delete es la
piedra central en torno a la que gira todo, la causa y el efecto. Y es una obra
maestra.
¿Cómo hacer un disco
conceptual, que trate de explorar los sentimientos y emociones propios de la
adolescencia, sin utilizar la palabra para ello? No olvidemos que la música de
Lopatin es eminentemente instrumental, y si bien es cierto que en este Garden of Delete abunda más que en sus predecesores la
palabra hablada, sigue sin ser una pieza central en la música como lo es en la
música convencional, aquí todo se expresa mediante sonidos no-humanos. Como
otros trabajos de Oneohtrix point never, es lo más alejado de la humanidad que,
sin embargo se percibe como absolutamente humano.
¿Y cuál es la visión que aporta
Lopatin sobre la adolescencia en este disco? Pues una muy personal, llena de
sufrimiento, soledad y odio, el adolescente que se plantea en este disco es uno
que se siente absolutamente alienado. En el universo del disco, este
adolescente se materializa en Ezra, el extraterrestre alter ego de Lopatin.
Ezra es un alienígena que llega a la tierra y trata de emular el comportamiento
humano y fracasa. Una de las claves para la construcción de este personaje es
la música: ante el sentimiento de aislamiento en el que se encuentra sumergido,
Ezra se refugia en la música, se obsesiona con ella, toma a una banda de metal
(Kaoss Edge) como ídolo supremo, y esto le aporta consuelo, pero también lo
aísla aún más del mundo, algo similar a lo que ocurre con el amor.
El disco se vertebra en dos
mitades más o menos delimitadas. La primera abarca desde la introducción hasta Mutant standard, siendo este el tema de transición
hacia la segunda mitad. Si podemos hablar de hits en la música como la concibe
Lopatin, los tenemos en esta primera parte. Una vez pasada la breve
introducción, con esas risas demenciales, casi demoníacas, Ezra nos asalta con lo que podríamos
llamar el mejor comienzo de un disco en toda la historia de la música, y
disculpad lo hiperbólico, pero es que es brutal, esos silencios tan abruptos, y
sin embargo tan necesarios, que levantan poco a poco un tema lleno de matices,
de timbres, con una construcción ejemplar que progresa desde su planteamiento
inicial hasta la catarsis final con esa guitarra dialogando con el
sintetizador... Es brutal, absolutamente brutal. A continuación, ECCOJAMC1 funciona como interludio hacia Sticky drama, la canción más
convencional del disco, la interpretación retorcida de Lopatin de lo que es un
hit. Esta viene además acompañada por un videoclip en el que el mundo de G.o.D. cobra al fin vida, vemos el rostro desfigurado
de Ezra y nos ponemos bajo su putrefacta piel, “what’s wrong with the world?”
Hay muchos elementos que vale la pena analizar de ese videoclip, pero aquí solo
nos detendremos en la música, porque necesitaría otras treinta páginas solo
para dedicarme a hablar del universo de G.o.D.
Mutant standard es la pieza
central del disco, una odisea cibernética que nos transporta de ese esteticismo
caótico que caracteriza a la primera mitad del disco hacia la segunda mitad, de
tono más reflexivo y melancólico a mi parecer. En Mutant standard se dejan caer
algunas de las claves del disco, esos diálogos en los que oímos frases más o
menos lúcidas como “I’m just walking on this planet, this is not my house”.
A partir de Child
of rage, el disco se oscurece notablemente. Destacaremos de esta
segunda mitad esa canción y Freaky eyes, porque
si no hacemos selección no acabaremos nunca. Child of rage
se inicia con unas palabras extraídas del documental del mismo nombre,
oímos la siguiente conversación entre una niña y un adulto:
-Who’s afraid of you, Beth? -John. -Your brother... And what is your...
Why is your brother afraid of you? -’Cause I’ve hurt him so much...
Y a continuación suena lo que
podríamos llamar una nana a la manera de OPN. Creo que es una de las obras más
enternecedoras que ha firmado Lopatin, es su forma de decir que incluso las
personas más conflictivas sufren y tienen un motivo para actuar del modo en que
lo hacen, es el puto Beautiful de Oneohtrix point
never. Deberían ponerla en los centros comerciales en navidad, joder. Si
tuviera que ponerle una letra, sería esta:
Abro los
ojos y no veo nada
Miro hacia dentro, buceo,
Busco una voz soñada
Con cuernos de cabra y rostro sereno,
Canto de mis entrañas,
Una nana y un lamento,
Una rosa mutilada,
La muerte del sentimiento.
Miro hacia dentro, buceo,
Busco una voz soñada
Con cuernos de cabra y rostro sereno,
Canto de mis entrañas,
Una nana y un lamento,
Una rosa mutilada,
La muerte del sentimiento.
La otra canción que destacaré
de esta segunda parte es Freaky eyes, un tema
ultracinematográfico que condensa en seis minutos y medio todo aquello que es
capaz de hacerte sentir la música de Lopatin: delirio, angustia, amor,
tristeza, alegría, dolor, desasosiego, esperanza... Está dividida en múltiples
secuencias, algunas cortadas de manera abrupta, como la del órgano, que puede
traer a la memoria la banda sonora de Interstellar,
otras evolucionan más progresivamente, como los tramos finales, con esas
distorsiones conectándolo todo.
En fin, con este disco siento
que las palabras se me quedan cortas, que no me vale el lenguaje descriptivo
para transmitir ni una minúscula parte de lo que significa este disco para mí,
de las capas y capas de profundidad que percibo al escucharlo, así que en lugar
de seguir dando palos de ciego os animaré a escucharlo, a que descubráis lo que
este disco tiene que ofreceros.
DICIEMBRE
Parecía que no iba a llegar,
pero he llegado, el tiempo presente, aquí en mi casa, en 2015, a menos de 48
horas de 2016, otra vez con los exámenes a la vuelta de la esquina, esto acaba
como empezó, al menos aparentemente (sería de necios creérselo), ha habido
discos este mes, no os creáis, ahí está el Rivers and
streams de Lubomyr Melnyk esperando a que le eche el diente, pero
tendrá que esperar al año que viene. Hasta aquí llega mi análisis musical del
año, a continuación tenéis mi top 5 discos de 2015, y mis mayores deseos de que
el próximo año sea aún mejor. Felices fiestas.
MI TOP 5
#1 GARDEN OF DELETE, de Oneohtrix Point
Never
#2 THE MIRACULOUS, de Anna von Hausswolff
#3 CARRIE
& LOWELL, de Sufjan Stevens
#4 VULNICURA,
de Björk
#5 GREY
TICKLES, BLACK PRESSURE, de John Grant
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