17/5/16

They're gonna put a walmart here: reseña de The hope six demolition project, de PJ Harvey

Portada de The hope six demolition project, PJ Harvey, 2016
Ha habido bastante revuelo con este The hope six demolition project. Algunos han denunciado en PJ Harvey una actitud condescendiente, incluso hipócrita, al criticar duramente situaciones de las que ella no ha formado parte, más concretamente se le ha criticado la visión que plantea de los barrios desfavorecidos de Washington D.C. Me parece una polémica un tanto baladí, pues para dar una opinión sobre algo no es necesario estar directamente involucrado en ello, y de hecho, es interesante tener opiniones de todos los puntos de vista, tanto internos al conflicto como externos a él, para algo somos demócratas.
PJ Harvey, tras triunfar con aquella clarividente revisión de la historia de Europa que fue Let England Shake (2011), decidió embarcarse en un proyecto más ambicioso. Como canta en Orange monkey, se dio cuenta de que, para comprender, debía viajar. Y viajó: para confeccionar este The hope six demolition project ha ido a Kósovo, a Afganistán y a los barrios desfavorecidos de Washington D.C. Basándose en su experiencia en estos lugares ha escrito este nuevo disco, en el que trata de denunciar una serie de conflictos de los que no podemos apartar la vista: planes urbanísticos fraudulentos que dan como resultado cientos de personas sin hogar, intereses económicos detrás de conflictos bélicos, elevados niveles de contaminación de las aguas de los ríos, políticas criminales de las farmacéuticas, desigual reparto de riqueza… Este disco pretende tomar nuestra mirada y dirigirla a aquellos lugares sucios donde no queremos mirar. Y lo consigue.
Resulta gratificante que en poquitos meses hayan aparecido dos discos como The hope six demolition project y HOPELESSNESS, es un buen síntoma. Ambos discos, desde estéticas bastante diferentes, utilizan la música para transmitir un mensaje claro: estamos haciendo algo mal. No es admisible que toda la riqueza del mundo esté concentrada en un porcentaje mínimo de la población. No es admisible que este grupo reducido de personas actúe tiránicamente esclavizando al resto de sus semejantes. Y sobre todo, no es admisible que los esclavos acepten con pasividad su posición inferior, que se autoengañen y cojan al amo de la mano. Sin embargo, este no es el problema.
No es una cuestión de “buenos” y “malos”. El problema es que el propio esclavo es, al mismo tiempo, amo. En este disco seremos testigos de la naturaleza dual del ser humano, de las relaciones de poder que dominan todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida, especialmente en la sociedad occidental, en la que todos somos amos y esclavos: todos actuamos persiguiendo una estabilidad que se basa en la posesión, y para ello nos ponemos bajo el yugo de alguien con más poder que nosotros. La única diferencia entre el amo y el esclavo es la cantidad de poder que atesoran uno y otro, pero la actitud de ambos es la misma. El esclavo se convertirá en amo en cuanto tenga la oportunidad, en cuanto sea lo suficientemente poderoso. Y este es el problema que hay que resolver.
PJ Harvey expone esta realidad a lo largo de las once canciones que componen The hope six demolition project, once escenas, once ejemplos cantados desde la indignación, la decepción y la rabia. Musicalmente, es un disco muy rico, destacaría el uso que hace del saxofón, más presente que nunca en un disco de PJ Harvey, un saxofón furioso y disonante capaz de transportarte a estados alterados de consciencia; y los samples, presentes en temas como The ministry of social affairs, River Anacostia y Dollar dollar. Los coros, en temas como The wheel, The community of hope y The ministry of defense aportan fuerza a la voz de PJ Harvey, la respaldan y la apoyan dando a sus palabras un carácter comunal. También estamos ante algunas de las melodías más adictivas que ha firmado la británica, singles como The wheel y Orange monkey son himnos difíciles de olvidar.

En esencia, The hope six demolition project se nos presenta como un disco redondo, en el que forma y fondo se aúnan para presentar una denuncia necesaria, es una obra estéticamente atractiva, donde también hay hueco para cierta innovación (ahí está The ministry of social affairs, una reconstrucción rock de un viejo blues); e intelectualmente interesante, capaz de hacer que te detengas, mires a tu alrededor y te preguntes “¿Qué estamos haciendo?”.

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